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Justos por pecadores. Por Claudio Zamora

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No voy a caer en el fanatismo de atacar todas las iniciativas del gobierno sólo por ser opositor al mismo, hasta en los pasillos del infierno debe existir alguna puerta que conduzca a un miligramo de cordura. Es responsable reconocer que el usurpador Fiscal se ha ocupado de cosas intrascendentes como la imputación de internautas sólo por el pecado de atacar o burlarse del gobierno, pero por fin ha tratado de ponerle freno a un flagelo, como lo es la violencia estudiantil, si bien es cierto que la carga hormonal de la Juventud siempre ha existido, los códigos de comportamiento han variado negativamente con el pasar de los años. En mi época de liceísta también se peleaba con los mismos compañeros y con los de otros liceos, pero la pelea se asemejaba más al Coliseo Romano, dos gladiadores en el centro y una rueda de seguidores de ambos bandos, las reglas eran sólo dos: 1) De caballero donde no se golpeaba con los pies y tampoco al que estaba en el suelo y 2) Vale todo, tan parecido a las UFC donde se podía con coñazos, patadas y mordiscos. Ante la menor debilidad de un oponente mareado, sangrando o corriendo, se paraba la pelea y sin declararse un ganador, todos sabíamos quien había sido el favorecido, regresando cada grupo a sus territorios salvo que algunos asistentes se picaran y salía una pelea no programada. Hoy en día las peleas estudiantiles han roto con la paz colectiva, porque se trasladaron a la vía pública y son enfrentamientos colectivos con objetos contundentes, piedras preferentemente para conservar prudente distancia y sin códigos de respeto. Cientos de conductores han quedado atrapados en el medio de una de estas guerras campales y las piedras han destrozado los vidrios de sus vehículos y han lesionado a ellos o acompañantes sin que existiese una autoridad que los proteja. Los Comercios igualmente han sufrido las consecuencias por roturas de vitrinas o hasta robos de mercancía. Las peleas ahora son tumultuarias llegándose al extremo de invadir el liceo adversario y llegar a lesionar alumnos en sus propios salones. Los Directivos y Profesores no son un freno como en mi época porque hasta ellos han sido lesionados y amenazados por estas turbas, así que lo preferible es encerrarse en una oficina y esperar que pase la avalancha. Las peleas dentro de las instituciones se han hecho públicas y notorias, son grabadas en videos para exponer al desprecio a las víctimas o exaltar la valentía del victimario, no tienen ninguna cuota de humanidad, el tiempo ha insensibilizado de tal forma a nuestros adolescentes que si la victima esta noqueado en el suelo y sangrando más se aprecian en seguirlo golpeando y no hay nadie que se atreva a interponerse para parar la masacre, nadie me ha contado estas películas, tuve la mala suerte de tener una casa frente a un liceo y en época de clases no podía parar un automóvil en frente porque era unos de los mejores clientes de las empresas de autoparabrisas y cristalerías, porque más de una vez esas guerras destrozaron una ventana de mi casa o los vidros de los carros. Fui testigo de excepción de más de una pelea y también colabore de ambulancia para llevar a la emergencia algún joven molido a golpes cuando pasaba el temporal. Estoy totalmente de acuerdo por el seguimiento y procesamiento de los infractores pero como nada en este gobierno es perfecto, aconsejo dejar de imputar a los Directores y Profesores de los planteles que mucho hacen con controlar las clases regulares, para asumir responsabilidad por unos jóvenes contaminados por el virus de la violencia que no respetan ni a sus padres que se aparecieran en la trifulca, desde los 14 años hay responsabilidad penal para el adolescente, bueno, aplíquenla y disminuyan hasta eliminar, las guerras campales en nuestros colegios. Allí tienen la Ley. Y no castiguen a los docentes que bastante tienen con los sueldos de miseria que cobran, que no paguen justos por pecadores. Seguiremos conversando. [email protected]