«No esperes el momento perfecto,
toma el momento y hazlo perfecto».
Anónimo.
Upata, 22 de enero del 2024.
Américo De Grazia.
Desde Washington se presiona a Maduro y éste, anuncia elecciones presidenciales para este 2024, en abierta contradicción con Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello. Son muchas las tareas que tenemos por delante para coronar con la victoria electoral de María Corina Machado: desalojar Miraflores y emprender los cambios que Venezuela requiere.
Hay que bregar y lograr la construcción acoplada de una dirección política incluyente que logre vencer la incertidumbre, que genere confianza, que motive a la acción restauradora, que reactive la esperanza, que garantice la gobernabilidad del país y de la variopinta oposición; una dirección capaz de comprometer emocional y sentimentalmente a todos los que pueden y quieran sumar, unificando y consolidando lo individual y colectivo al propósito mayor; que emita respuestas inmediatas y oportunas a cualquier hecho sobrevenido presente o que pueda proyectarse al futuro; que sea capaz de sortear dificultades, obstáculos o peines de los que suelen fabricar desde la «furia chavista».
Estamos obligados a cobijarnos en una sola tarjeta electoral; estos no son momentos de ensayos o experimentos, tenemos que ganarles por paliza, a prueba de brutos, con números holgados, libres de sospechas y tenemos con qué. Auditar el registro de electores, con observadores internacionales, con apertura de nuevos inscritos, con métodos electorales extraterritoriales que garanticen a los 3,5 millones de venezolanos dispersados en el mundo por la diáspora, que tienen derecho a ejercer su derecho a votar, poder hacerlo libremente.
Presentarle al país un cambio de modelo, para enmendar los errores del presente y del pasado dando respuestas inmediatas ante las emergencias, mientras con suprema planificación se establece un plan de acción y ejecución a corto, mediano y largo plazo en todos los niveles y escenarios posibles; priorizando una reforma de base en la política económica, que frene de inmediato la hiperinflación que nos hace cada vez más pobres y vulnerables; saldar la deuda social con los trabajadores en cualquiera de sus modalidades, resolver la crisis de los servicios públicos caóticos, rehacer y reestructurar la educación como columna vertebral del progreso sostenido para lograr un alto nivel de desarrollo humano, cubriendo y satisfaciendo las necesidades fundamentales de los ciudadanos, trabajando incansablemente en recuperar la solidez de las instituciones, fortaleciendo institucionalmente al Estado para un eficiente aprovechamiento de los recursos y que éstos generen riqueza y hagan viable recuperar el camino hacia el desarrollo… Todo es posible, con acción y determinación, el primer paso es indispensable: Recuperar la democracia y eso depende exclusivamente de nosotros.