Cuando participes en una próxima reunión de trabajo o asistas a una fiesta, te invito a observar primero a las interacciones sociales, antes que a las características propias de los individuos. Notarás que, en ambos casos, la cualidad de la sociabilidad es muy similar. Por supuesto, llega siempre el momento de “entrar en materia” (en reuniones formales, sobre todo) y el contenido se impone sobre la forma, la cual no deja de existir, pero cambia. Analicen las manifestaciones culturales (fiesta o reunión) y verán cómo: las formas se organizan en redes y los contenidos son capital social en formación. La idea es poder apreciar la diferencia entre forma y contenido (en su significado simmeliano), pero también el tipo de interrelación, existente en esa dicotomía.
Es mediante una observación meticulosa de las formas de socialización que podremos apreciar su trascendencia. Para Simmel, creer que solo importan las estructuras macro sociales es como estudiar anatomía y darle importancia solamente a los órganos (p.ej., el corazón), ignorando los tejidos. El no consideraba a la sociedad como un ente estático, sino como una resultante de las “asociaciones dinámicas entre entidades sociales que determinan a las formaciones sociales”, planteamiento éste igual al expuesto en la sociología relacional del sociólogo estadounidense y profesor Mustafa Emirbayer (Mützel & Kressin, 2021: 218). Además, “la escuela de sociología relacional de Simmel combina los análisis de redes sociales con los análisis culturales” (ibid.).
Cuando compartimos entre amigos, en cualquier evento social (un cóctel, por ejemplo), en ese momento estamos conformando una sociedad por el simple hecho de estar interactuando. De eso trata la sociología de las formas sociales, propuesta por Simmel. En esa “asociación”, todos están sometidos a una “influencia reciproca”, por lo que comienza a conformarse una estructura social o un patrón de interacciones, característico de esa forma de socialización. Recordemos que para Simmel esa es una de las “áreas problemáticas” (objeto de estudio) de la sociología (formal): el estudio de las formas de socialización, potencialmente creadoras de capital social.
La red de relaciones que se establece entre las personas que interactúan, en cualquiera de las innumerables formas sociales, también tiene una expresión en los elementos culturares, de allí que sea conveniente la incorporación del análisis de textos, con lo cual se cae en la necesidad de utilizar herramientas de análisis como la Teoría del Actor-Red (TAR) y el Análisis de Redes Sociales (ARS), con ayuda de la Tecnología Social SAI. Entiéndase el análisis de texto como un modelo reticular, en el cual se relacionan conceptos del lenguaje, para luego establecer los roles de cada uno de ellos, según su posición (distribución de grado, centralidad, etc.) en la red.
La sociología cultural estudia el significado, con varias acepciones: el significado de las cosas; el significado de la acción humana; y, su rol en la organización de la vida social. Para ello, utiliza los conceptos simmelianos de forma y contenido: “Los bienes culturales pueden servir como los principales motores para la asociación en las sociedades posmodernas” (Lizardo, 2019). En ese sentido, nos permitiremos considerar a las esculturas “penetrables” (arte cinético) de Jesús Soto y al efecto producido por el “patrón de muaré” presente en algunos de sus cuadros, como bienes culturales que pudieran servir de motor primario a ciertas formas sociales. Movimiento es vida.
Referencias:
Lizardo, O. (2019). Simmel’s dialectic of form and content in recent work in cultural sociology.
Mützel, S. & Kressin, L. (2021). From Simmel to relational sociology. In: Handbook of Classical Sociological Theory.
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