El FMI ve un crecimiento de 20,4% para Guyana en este 2021, con una inflación de solo 3,1%. Para 2022 se espera que la economía del pequeño país vecino de Venezuela crezca otro 49%. China, con sus capitales y sus empresas, ya saca partido al boom de inversiones en infraestructura, servicios, petróleo y energía.
Guyana es hoy uno de los países del mundo con la mayor tasa de crecimiento económico. Pronto será también uno de los más ricos si se divide el proyectado ingreso por exportaciones petroleras entre el tamaño de su población (menos de 800.000 habitantes).
La ex colonia inglesa ubica en el hombro derecho de América del Sur, atrae migrantes tanto profesionales como de baja o ninguna preparación. Pero también es un imán de grandes capitales para su industria petrolera y para el desarrollo de infraestructuras conexas y civiles.
En este contexto el experto en temas de geopolítica de América Evan Ellis, explora en un reciente artículo publicado en The Global Americans la creciente influencia de China en este país del Caricom con el que Venezuela mantiene un histórico y estancado reclamo sobre el territorio Esequibo.
Ajena a las herencias coloniales del pasado, Guyana inclusive está explotando recursos en tierras y aguas del Esequibo.
Este provecho se aceleró especialmente desde que Hugo Chávez llegó al poder en Venezuela. El militar pro Cuba desarrolló una extraña alianza política con Guyana a cambio del apoyo regional de los pequeños países anglosajones caribeños. Así, Chávez dio su luz verde para la explotación del Esequibo.
La tímida respuesta del régimen chavista facilita además estas inversiones de grandes potencias, inclusive la de China que a su vez es el principal aliado político y económico del régimen de Nicolás Maduro, como lo fue de Chávez.
El compromiso de China en Guyana
Evan Ellis es profesor de investigación sobre América Latina en el Instituto de Estudios Estratégicos de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos. Sigue de cerca la influencia de China en la región y también ha dedicado tiempo al conflicto venezolano (el cual no menciona para nada en su más reciente artículo sobre Guyana).
“El anuncio del gobierno guyanés de que va a contratar a China Railway Group para construir y financiar el proyecto hidroeléctrico de las cataratas de Amaila, y posiblemente pedir hasta $1.500 millones en préstamos para infraestructuras construidas en China, simboliza el renovado despegue de los proyectos chinos y su influencia en Guyana”, resume Ellis.
En 2013 se vino a bajo un anterior proyecto para construir la hidroeléctrica de las cataratas de Amaila.
También lo encabezaba China Railway Group y sería financiado a través de una combinación de préstamos del Banco de Desarrollo de China y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En julio pasado el gobierno de Ali Irfaan resucitó el proyecto de las cataratas de Amaila para generar 165 megavatios (MW) e invita a las empresas a participar. La construcción deberá comenzar en 2022 y ser entregada en 2025. Además de la represa, incluye una línea de transmisión de 270 kilómetros de longitud hasta Georgetown, la capital de Guyana.
También incluye la construcción de una carretera con sus puentes para desarrollar la hidroeléctrica en esta remota región. Son 85 kilómetros de nuevas vías y la mejora de 122 ya existentes.
El factor China
“El proyecto resucitado refleja la mayor sofisticación de las empresas chinas que hacen negocios en Guyana y la continuación de la larga relación de trabajo de China con el Partido Popular Progresista (PPP), que volvió al poder en agosto de 2020 tras un largo y disputado proceso electoral”, señala por su parte Ellis.
“El nuevo proyecto, sin embargo, es sólo una de las muchas actividades chinas que están despegando en el país, ya que tanto el gobierno como el sector privado reciben nuevos y enormes recursos a medida que se ponen en marcha los ingresos de la extracción de los más de 9.000 millones de barriles de petróleo recuperables del país”, agrega.
Empresas de China ya firmaron un contrato de $256 millones para la construcción de un largo y estratégico puente sobre el río Demerara, que conectará Guyana con el vecino Surinam.
También hay cientos de millones de dólares para obras de carretera, como una autopista de $200 millones desde Schoonord a Parika; una mejora de $200 millones en la conexión por carretera entre Annandale y Mahaica, y mejoras en tramos de carretera en la capital, Georgetown, y otros en el interior.
Petróleo guyanés
En su análisis Ellis recapitula que las actividades chinas en Guyana incluyen también la participación del 25% de la China National Offshore Oil Corporation (CNOOC) en el consorcio liderado por Exxon Mobil que controla los campos petrolíferos de Stabroek.
“CNOOC ha invertido $5.250 millones de su propio capital, mientras que la China Harbour Engineering Company ha financiado las obras en curso en el floreciente sector de la construcción de Georgetown, incluida la ampliación de $100 millones de dólares del emblemático hotel de la capital, el Pegasus”, señala.
“Para ser justos, la actual administración del PPP, formada por el presidente Irfaan Ali, el vicepresidente Bharrat Jagdeo y el primer ministro Keith Phillips, se ha mostrado amistosa con Estados Unidos desde que llegó al poder y ha hecho un esfuerzo admirable por seguir los principios de transparencia y buena gobernanza en medio de una afluencia masiva de dinero procedente del petróleo y un legado muy arraigado de corrupción y debilidad institucional”, apunta.
“El riesgo actual para Guyana no es un giro hacia el populismo izquierdista antiestadounidense como el de muchos de sus vecinos, sino más bien una combinación de nuevos fondos disponibles para proyectos comerciales y del sector público, la larga relación de trabajo de China con Guyana y el hecho de que las empresas con sede en Estados Unidos, fuera del sector petrolero, prestan relativamente poca atención al país”, advierte.
Lazos crecientes a lo largo del tiempo
La relación de China con Guyana creció lentamente durante el anterior período de gobierno del PPP, de 1992 a 2015, pero floreció al final del mismo.
Entre los principales proyectos se encuentran la adquisición por parte de la empresa china Bosai de la mina de bauxita de Omai, cerca de Linden, en 2007; las mejoras del aeropuerto internacional Cheddi Jagan; la construcción de un nuevo hotel Marriott en Georgetown; la malograda construcción del ingenio de azúcar Skeldon; las inversiones de la empresa china Bai Shan Lin en el sector maderero; la construcción de conexiones de cable de fibra óptica de Huawei frente a la costa de Guyana, y el intento fallido de la empresa de telecomunicaciones de tender una línea de fibra óptica que conectara Georgetown con Brasil.
Cuando la coalición opositora Asociación para la Unidad Nacional-Alianza para el Cambio (APNU-AFC) asumió el poder en 2015, algunos de los actores del lado guyanés cambiaron, y ciertas empresas chinas, como Bai Shan Lin, se enfrentaron a obstáculos con el nuevo gobierno.
A prueba de cambios
Sin embargo, con el tiempo, las empresas chinas se adaptaron al cambio político. De hecho, un contrato para que Huawei construyera la red de banda ancha de Guyana y la ya mencionada ampliación del hotel Pegasus por valor de 100 millones de dólares se produjeron bajo el gobierno de la APNU, mientras que New Thriving abrió una nueva instalación costosa y lujosa en un centro comercial local durante ese período.
En 2017, la Fuerza de Defensa de Guyana del entonces presidente David Granger recibió una donación de 31 piezas de equipo militar chino, además de una donación anterior de un avión de transporte militar Y-12 chino. Del mismo modo, la Fuerza de Policía de Guyana recibió $2,6 millones en vehículos donados. Los altos cargos de ambas fuerzas también recibieron viajes a la RPC para realizar cursos.
China y Guyana hoy
Con el regreso del PPP en 2020, los pioneros de las relaciones de Guyana con China han vuelto al poder con más recursos a su disposición que antes, gracias a la bonanza petrolera de la nación, continúa Ellis.
Muchos de los actores clave que hacen negocios con la RPC, como National Hardware y China Trading, siguen siendo los mismos. Además de Pegasus, otras seis grandes cadenas tienen previstos nuevos proyectos de construcción o ampliación en el país, y China Harbour, como una de las mayores constructoras de la zona, está supuestamente posicionada para captar una parte importante de las obras.
El Gobierno también ha avanzado en una iniciativa de vigilancia de ciudades inteligentes con el contratista chino Huawei, después de que la APNU-AFC creara un plan inicial.
El principio de Amaila
En materia de infraestructuras, la participación china en las cataratas de Amaila es probablemente solo el principio. Las mejoras significativas de la carretera que conecta la costa guyanesa en Georgetown y Berbice con la ciudad interior de Linden, y desde allí hasta la frontera brasileña en Lethem, es un proyecto pendiente que probablemente se contratará a una empresa con sede en China.
Según estudios realizados por China State Construction and Engineering Corporation y China Dalian en 2015, las instalaciones de servicios petroleros que la empresa canadiense CGX está construyendo en Berbice podrían transformar el puerto en un centro logístico de aguas profundas para el sector petrolero de Guyana, y posiblemente para sus exportaciones de azúcar y arroz.
¿Cómo debería responder Estados Unidos?
“En Guyana, al igual que en otras partes de América Latina, Estados Unidos no debería intentar bloquear al gobierno o a otros para que no hagan negocios con China y sus empresas, sino más bien seguir insistiendo en la transparencia, el estado de derecho y unas instituciones gubernamentales competentes que puedan tomar decisiones bien informadas y equitativas a la hora de adjudicar contratos, aprobar adquisiciones y hacer cumplir las leyes laborales, medioambientales y de otro tipo para todas las empresas que operan en el país”, dice el experto.
“Es deseable contar con alternativas a las fuentes de inversión occidentales, en la medida en que el país se beneficia actualmente de un auge económico alimentado por el petróleo”, agrega.
“La relación de Estados Unidos con el actual gobierno de Guyana es más positiva que nunca, en un momento en que otros gobiernos de la región están girando en una dirección notablemente menos cooperativa. Es conveniente que Estados Unidos presuma que el gobierno del PPP actúa de buena fe en sus relaciones con China.
“Si Estados Unidos, a través de un diálogo franco y respetuoso, puede mantener una relación saludable con Guyana, al tiempo que se beneficia de las inversiones chinas en el contexto de la transparencia, el estado de derecho y las instituciones saludables, será un ejemplo positivo para la cuenca del Caribe y más allá”.
“Al igual que en otros lugares del mundo en desarrollo, el creciente papel de China en Guyana ha generado controversia. Una relación simbiótica con China requerirá que el gobierno de Guyana salvaguarde sus propios intereses frente a una presencia china potencialmente abrumadora”, remata Ellis.
El Estímulo