Hay momentos cruciales en la vida en la que debemos sacar nuestras fortalezas guardadas, son momentos inesperados o mejor dicho imprevistos, porque inesperado puede ser la caída de un meteorito, pero el triste momento en que un hijo o un hermano te dice que se va del país, al menos en Venezuela es totalmente esperado. Vivimos en un estado de expectativa negativa permanente, Venezuela tanto a nivel interno como externo lo que recibe de manera progresiva y constante son malas noticas, escasez y eliminación de subsidios de la gasolina, inflación creciente, parálisis productiva, aumento del hambre en las clases más desfavorecidas, aumento de la inmigración, cierre de empresas, aumento de las violaciones a los derechos humanos y todo un catalogo de padecimientos que con los años se han ido agravando, que hemos aprendido a convivir con ellos.
El gobierno cuando ya no puede sembrar esperanzas porque nadie se las cree, ni compra el cliché de “Venezuela está mejorando”, aplica la filosofía inversa y riega desesperanza, frustración y pesimismo, quiere tener una sociedad amorfa y atomizada, resignada a la aceptación de sus ejecutorias y cómplice pasiva de la destrucción del país.
Es precisamente en estos momentos en que moviliza toda su artillería en función de frustrar una de las escasas salidas que tenemos a la situación del país como lo son las elecciones primarias de la oposición que es la mayoría, ellos manejan las cifras y todas las encuestas recién publicadas esta semana dan cuenta de un techo del gobierno en su porcentaje de aceptación que no excede el 15% por uno de la oposición que oscila entre un 50 y 70 al cual debería sumarse el diferencial que casi siempre son funcionarios que se niegan a responder por temor a las represalias, nuestro único reto en transformar esas cifras en votos y ahí se encuentra nuestro mayor desafío.
De más de siete millones de compatriotas en el exterior sólo se ha registrado para votar algo más de 200 mil lo que no representa ni un 5% de ese universo, asumiremos que el mayor numero se encuentra registrado y con data en el CNE, seremos positivos y confiaremos en la buena fe de las personas.
Por lo pronto quienes estamos en el país debemos organizarnos, multiplicar esfuerzos, convencer a los desmotivados, trabajar en la estructura del movimiento de primarias, movilizar a familiares y amigos, llevar toda la gente que podamos a las mesas de votación, transformar este acto cívico en un plebiscito, en la ratificación mundial del rechazo a esta dictadura, en la confirmación de la orfandad de apoyo de este régimen oprobioso.
Por el país, por el soñado reencuentro, por ese abrazo unido que siempre fuimos, por las hallacas en familia, por que se completen tantos puestos vacios en nuestras mesas, por el renacimiento de la esperanza, porque nuestros adolescentes vuelvan al colegio a formarse y no crucen la selva del Darién buscando el futuro que aquí se les ha negado, porque no sigan muriendo niños por la falta de un trasplante, porque no sigan muriendo nuestros ancianos de hambre e inanición, porque la única salida no puede ser las fronteras o el mosaico de Maiquetía, porque aun queda reserva moral en los que estamos y los que se fueron, porque sabemos que la gran mayoría sueña con volver al paraíso donde el sol brilla con más fuerza y la gente sonríe todo el tiempo, porque esta nostalgia no puede ser eterna, por todos los que estamos y se fueron debemos seguir luchando. Seguiremos conversando. [email protected]