Andrés Martínez @andres_m14

Sin aprender mucho, con pocos ánimos y una nueva normalidad, los nuevos bachilleres de la República echan un vistazo a su último año y cuentan cómo fue pasar esta etapa del ciclo escolar encerrados en casa.

Caracas. En la adolescencia, llegar a último año de bachillerato significa cerrar una etapa que normalmente viene acompañada de aprendizaje, celebraciones y mucho compañerismo. Por segundo año consecutivo, sin embargo, la pandemia impuso que el año escolar se hiciera a distancia, de forma online. Especialistas como Luisa Pernalete e Higinia Alvarado coinciden en señalar que buena parte los muchachos no adquirieron las competencias académicas necesarias.

De acuerdo con cifras del gobierno de Nicolás Maduro, este año se graduaron 370.000 nuevos bachilleres. Evelin Rodríguez, de 17 años, es uno de ellos. Estudió en el Liceo Pedro Emilio Coll en Caracas y su último año escolar no fue lo que ella esperaba. Lo que debía ser un cierre por todo lo alto para luego ingresar a la universidad, terminó siendo un trámite en el que sintió que no aprendió mucho o casi nada.

Es triste, yo soy muy apegada a mis compañeros, y en quinto año lo que esperas es poder compartir con ellos, celebrar, y obviamente no se pudo. Los vi pocas veces durante el año y el único día que pude compartir con ellos fue en la fiesta de graduación”, comentó.

Para Evelin, las clases a distancia no representaron un aprendizaje significativo. Al contrario, sintió que le hizo falta el acompañamiento del docente, al cual no podía escribirle para despejar dudas porque la comunicación se complicaba por falta de internet o saldo para usar datos móviles.

“En algunos aspectos, las clases a distancia podían ser una ventaja porque todo depende la materia, pero en otras ocasiones era muy difícil porque no siempre entiendes a la primera y no tienes al profesor disponible para que te explique”, comentó.

Dependiendo de las herramientas del colegio, las clases a distancia pueden ser más provechosas que otras. En el caso de Evelin, las asignaturas no se impartían a través de plataformas como Classroom o Zoom, sino que debía investigar por su cuenta o apoyarse en el material que le facilitaban en el liceo.

“Es muy fácil distraerse”

Ricardo Vergara tuvo la suerte de que en el Colegio Agustiano Cristo Rey, tanto él como sus profesores tenían las herramientas para impartir clases en línea. Sin embargo, él también sintió que no aprendió nada.

No tiene mucho sentido, la verdad. Cuando estás en una clase online, apagas tu cámara y micrófono y dejas que el profesor hable. Es muy fácil distraerse y la posibilidad de intervenir en la clase se reduce drásticamente. Tienes que darle a un botón para levantar la mano y para cuando te dejan hablar ya perdiste la idea o estás de lleno en otro tema”, indicó.

Ricardo explica que, en este contexto, toda la dinámica cambia. Ni siquiera la relación con el profesor es igual. “Si el profe pregunta algo, tú le contestas y ahí muere. No hay posibilidad, por ejemplo, de armar un debate como lo harías en clase, y eso hace que todo sea más tedioso”.

Por otro lado, el hecho de no haber podido disfrutar su último año con sus amigos lo afectó anímicamente durante el transcurso de los meses.

“Todos sabemos que al colegio se va a aprender, pero también hacemos amigos, nos relacionamos. Perder eso en el último año triste. Yo quería disfrutar cada día con mis compañeros, pero sencillamente no se pudo. Es triste perder esa ilusión de quinto año”, lamentó.

Con Ricardo Vergara coincide Higinia Alvarado, del Sindicato Venezolano de Maestros, ente adscrito a la Federación Venezolana de Maestros, quien es crítica al señalar que las actuales condiciones del sistema educativo no incentivan a que los estudiantes tengan un buen nivel de preparación, porque los profesores están casi obligados a aprobar a los estudiantes independientemente de calidad de su trabajo.

Foto: Luis Morillo
Mariana García no vio materializarse el regreso a clases

Mariana tuvo un quinto año marcado por la pandemia y por una modalidad semipresencial que adoptó el Colegio Santa Rosalía justo para esta última etapa. Al principio, cuando llegó la cuarentena en marzo de 2020, el último lapso de ese año se hizo de forma virtual.

Luego, cuando llegó octubre para empezar lo que sería su último ciclo como estudiante de bachillerato, el colegio adoptó un sistema semipresencial donde los alumnos iban dos o tres veces a la semana cuando había flexibilización para repasar algunos temas y entregar asignaciones.

Al igual que los otros casos, Mariana no sentía que estuviera aprendiendo mucho y eso la motivó a estudiar más por su propia cuenta. No obstante, la ausencia de profesores y del sistema educativo en sí mismo lastraron esos esfuerzos en algunas ocasiones.

Las cifras sustentan la percepción de Mariana. Solamente en colegios como los de Fe y Alegría, por mencionar un ejemplo, han perdido al menos 35 % de su profesorado y con los sueldos actuales que no llegan ni siquiera a $10 mensuales es muy difícil retenerlos, según señalan informes de la misma institución.

Yo investigaba mucho más de lo que me enseñaban en cada clase, aunque hay temas que dejaba inconclusos porque a veces se tornaba fastidioso. La verdad siento que me afectó mucho el aprendizaje. Y bueno, anímicamente también”, comentó.

Otra cosa decepcionante para su año fue no poder compartir con sus compañeros. Mariana llegó a quinto año con la esperanza de volver a clases en algún momento, pero con el paso de los meses esa esperanza desapareció.

“Me hizo mucha falta compartir con todos mis amigos en el último año de colegio y agregar más anécdotas a toda esta época. Lo más difícil fue no tener cerca a mis amigos y profesores que tanto quiero viviendo experiencias, riendo a diario, etc. La verdad, lo que te afecta es el hecho de no poder disfrutar más del liceo”, comentó.

Un aspecto que mencionó Mariana fue el cambio que experimentó su trato con los profesores. La distancia y la premura de la pandemia los distanció y en vez de graduarse estando más apegada a ellos, fue todo lo contrario.

Con un modelo de clases en línea, los profesores no tienen oportunidad de involucrarse más con sus alumnos y se limitan a enviar y corregir asignaciones sin mayor interacción más allá de un saludo, un mensaje o una notificación.

Nueva en el colegio y sin amigos 

Para Valentina Madriz, su año escolar fue particularmente complicado. Entró nueva a la U. E. Colegio Mariano Picón Salas, lo que implicó un proceso de adaptación adicional.

Siento que el no poder vernos afectó mucho tanto en lo académico como en lo emocional, no aprendimos nada y en mi caso, que era nueva, no terminé de conocer a mis compañeros ni crear amistades concretas con ninguno, además de que el quinto año debería ser un momento especial y no lo disfrutamos como deberíamos”, sostuvo.

Para Valentina, lo más difícil fue seguirle el ritmo al aprendizaje de las materias prácticas y lo poco pedagógico de algunos de los materiales de apoyo. La joven coincide con otros estudiantes en que debido a la educación a distancia no se sienten preparados para entrar en una universidad y que será muy complicado. Las clases se volvieron “un trámite para obtener una nota y cumplir con lo que se necesita para graduarse”.

Para la profesora Luisa Pernalete, coordinadora de educación para la paz de Fe y Alegría, la baja calidad del bachillerato no es una consecuencia de la pandemia.

Lo preocupante es que ahora lo sientan ellos, pero no es algo nuevo”, acotó.

La especialista indica que la educación en Venezuela ya venía sufriendo por la propia crisis y que la pandemia simplemente agravó todos los problemas que ya existían, esto los ha obligado a ser más creativos para procurar resolver las problemáticas.

Explicó que, desde hace años, los colegios universitarios de Fe y Alegría en Barquisimeto dedican los primeros meses a hacer una nivelación en materias como lenguaje y matemáticas para los estudiantes de nuevo ingreso, precisamente porque no vienen con el nivel adecuado para una educación superior.

En este sentido, Higinia Alvarado se pregunta que “cómo van a estar preparados para la universidad si un profesor tiene que hacer un examen hasta seis veces para que el alumno pase”. Además, denunció cómo en instituciones del Ministerio de Educación se ven obligados a ponerle 10, nota mínima aprobatoria en la escala de evaluación de Venezuela, simplemente para pasarlos y que puedan graduarse.

Tanto Pernalete como Alvarado concuerdan en que es muy difícil garantizar una educación de calidad en las condiciones actuales, y con la pandemia de por medio, la labor es todavía más difícil porque no todas las materias se acoplan bien a los formatos de educación a distancia.