En tiempos del gobernador Rojas Suárez, millones de bolívares otorgados por FIDES para revitalizar el Casco Histórico de la ciudad fueron utilizados para pintar las fachadas de las casas al capricho de algún arquitecto que añoraba el Saladillo de Maracaibo, mientras muchos de esos inmuebles se hallan por dentro en estado de ruinas, tratando de engañar a viajeros y turistas. Además, son colores químicos que no tienen que ver con la memoria histórica y que de ninguna forma soporta el material primitivo de piedra y barro con que fueron construidos esos inmuebles. En esa ocasión el poeta José Quiaragua Pinto que vino de Caracas a visitar su ciudad se impresionó tanto que escribió por la prensa un artículo titulado “Mi ciudad Guacamaya” (AF)