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Alemania, año cero vs. Venezuela, año uno | por Isabel Pereira Pizani

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“En la ‘Venezuela, año uno’ cada campo de la vida social debe ser explorado, reconocido, detectado sus fallas para poder avanzar en la creación de alternativas y soluciones viables que respondan a la Emergencia Humanitaria Compleja que vivimos; y luego a la construcción del sistema futuro al cual podemos aspirar los ciudadanos de este país. Aprendamos de las experiencias de otras sociedades que lograron en los difíciles tiempos de posguerra, como Alemania, rehacerse y encontrar caminos hacia la paz y la libertad”

ISABEL PEREIRA PIZANI | La Gran Aldea

Emulando a Roberto Rossellini quien luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial dirige su mirada creativa a Alemania y produce esa impactante película llamada “Alemania, año cero” un film que en su temática realista explora las heridas dejadas por un nazismo que arrastró, hundió a este gran pueblo en una convulsión frenética e insensata de odio, exterminio y búsqueda de dominación. Una onda maléfica que dejó huellas profundas en el pueblo alemán y en la humanidad. Rossellini fiel a su creencia de que “el realismo no es otra cosa que la forma artística de la verdad” trajo a primer plano las heridas morales que sufrió este pueblo pero que sin embargo no fueron óbice para que su posterior y rápida recuperación asombrara al mundo entero. Hoy Alemania es el país más poderoso de la Comunidad Europea. “Alemania es la principal potencia económica de la Unión Europea (UE) y la cuarta economía del mundo, tiene el PIB y el número de población más altos de la UE, lo que la convierte en el mercado más importante de Europa. El PIB asciende a 3.367.560 millones de euros (2020); el PIB per cápita (2020) se eleva a 40.490 euros”.

Hoy nos sentamos, después de las elecciones primarias, frente a la posibilidad de construir Venezuela pero, sobre todo, de pensar, sumergirnos en la idea que puede existir una post Venezuela, “año cero” al igual que ocurrió en Alemania, la potencia europea que logra, por segunda vez en guerras mundiales, reunir fuerzas, reconstruirse, ser el líder de Europa y desarrollar una profunda labor humanitaria dirigida a otros países del mundo.

Alemania es el ejemplo, nos enseña que podemos reconstruirnos, derrotar la miseria, crecer moralmente, abrir las puertas a los que han emigrado en busca de oportunidades y sobre todo tener la certeza de que podemos ser un mejor país y mejores personas.

“La seguridad sanitaria es un tema que debe ocuparnos en la ‘Venezuela, año uno’. Comienza por recomponer el sistema, las estructuras, instituciones y capital humano que existía antes de la experiencia socialista”

Hay una emergencia que es necesario atacar de forma integral, comenzando por medidas inmediatas que frenen la desnutrición que afecta a más del 40% de la población, una acción conectada directamente con el esfuerzo por eliminar las barreras que impiden a los sectores competitivos energéticos y agroalimentarios alcanzar objetivos de crecimiento rápidos y profundos. Una efectividad que es posible si avanzamos a un esquema de fortalecimiento de los municipios y sus institucionesacabar con la desigualdad territorial y con la hiperconcentración y centralización de los recursos públicos. Conjunto de medidas vinculadas a la derrota de la inflación con base en nuevas políticas cambiarias y monetarias y con la superación del gasto del Estado en medidas populistas de corto impacto temporal generadoras de procesos de corrupción con los recursos fiscales del país.

La puesta en marcha de un conjunto de acciones de emergencias es posible si se decide comenzar a transformar el modelo de gobierno, avanzar a uno distinto, parlamentario, descentralizado, con un equilibrio de poderes que se constituya en el antídoto más poderoso para las intenciones autoritarias, algo como nos muestran en la película “Argentina 1985”, donde un fiscal, aparentemente anodino logra enjuiciar y castigar a los militares autores de la represión y violencia ejercida contra el pueblo argentino en los tiempos de la dictadura militar. Un fiscal, una institución -el Estado de Derecho- que se conecta con la conciencia de un pueblo, logra hacer justicia y da vida al concepto del equilibrio de poderes.

Después del “año cero” de Venezuela, podemos, si es nuestra voluntad, entrar en el año uno. Veamos cuales puntas del ovillo tendríamos que halar para comenzar. Lo primero, seria intentar reconocer en cuál nivel, cuánta concentración de fuerza moral albergan los ciudadanos, qué pasa con el nivel de confianza sobre lo que tenemos que hacer indefectiblemente, podemos ser justos y sabios al mismo tiempo, podemos esperar ese equilibrio de quienes ejerzan el nuevo liderazgo del país. La confianza se afianza en la responsabilidad, la pregunta sería: ¿Cuán corrosiva ha sido la huella dejada por el intento de someter y dominar a la población con opciones populistas, aquellas donde las soluciones se desvinculan del esfuerzo y son por el contrario un resultado del miedo, la impotencia, el abandono y dejar que se nos controle sin protestar? Cómo plantea Magaly Egui: “Empezar por el tema de los valores. Es el verdadero principio. Primero, contribuir con el desarrollo de la confianza en la población, la confianza en sí mismo, esa es la base de todos los demás valores, honestidad, responsabilidad, compromiso, solidaridad. Intentaron destruir la integridad del venezolano. Pero es rescatable porque tenemos corazón”.

Con esa base, mirar nuestras escuelas, universidades, centros de investigación, qué personas se están formando en las escuelas, ver dónde están los creativos y con ellos empezar a recorrer un camino fértil de profundas modificaciones, ubicar el cambio en los municipios, allí donde vive la gente, entrar en las escuelas, con los maestros ver cuáles son las oportunidades que se abren a las nuevas generaciones.

¿La escuela tiene capacidad para cuidar la infancia que entra en sus aulas, los alimenta, está pendiente de cómo crecen sus capacidades, es innovadora, se conecta con los avances que están ocurriendo en el planeta del hidrogeno verde? Cuáles planes, ideas, recursos vamos a utilizar para lograr que la infancia venezolana logre el pleno desarrollo de sus potencialidades y puedan ser responsables, justos y creativos. El bisturí tiene que llegar hasta el fondo descubriendo la realidad de las escuelas, sopesando la capacidad protectora de las familias, simultáneamente preparando, generando las alternativas que deseamos y sabemos que pueden ser reales.

Si queremos ahondar hay que evaluar. Cualquier plan que apliquemos para mejorar y crecer tiene que partir de la aplicación de una estrategia de evaluación integral. Una tarea que nos informe sobre los grandes déficits, las áreas de mayor riesgo y peligrosidad que retarden las posibilidades de cambiar. La acción frente a la emergencia debe partir de una evaluación del estado de la cuestión social.

¿Quiénes son los más afectados, qué impacto a futuro tienen las deficiencias encontradas, cuáles las medidas de cambio inmediato que habría que aplicar siempre bajo la consigna antipopulista? No es simplemente donar, regalar, es promover capacidades, iniciar el cambio con cada paso que se defina ante la situación de emergencia.

Para que el camino prosiga, es imprescindible generar información y tener a la mano las alternativas. Es una obligación moral de todos escuchar a los maestros, conocer exactamente cuál es su realidad, aquella que dejó un régimen que se atrevió a suplantarlos por personas, quizás inocentes pero colgadas de una esperanza de sobrevivir, la gente que venía de esa terrible experiencia denominada “Chamba Juvenil” que convertía a jóvenes con escasa dedicación, inexpertos, en maestros ignorantes de la significación de esa noble tarea. Frente a estas arbitrariedades hay que aceptar que quienes se involucraron en estas experiencias lo hacían como el resto de las personas, por sobrevivir. Debemos cuidar el calificar a grupos humanos que irremediablemente se subordinaron ante los desmanes del Socialismo del Siglo XXI, más que culpables eran víctimas. No podemos culpar a los médicos integrales por su impericia, por ejercer con un título que no les corresponde, el tema debe ser como aportar soluciones, a partir de lo que adquirieron, cómo se les abre camino para ser útiles en lugar de culpabilizarlos y dejarlos de lado bajo la calificación de “operadores políticos del régimen” en verdad no tuvieron a su alcance otras opciones para seguir viviendo.

Reconocer el mundo de la educación es la mejor perspectiva para ver el país que dejaron, detectar los escombros, las barreras implantadas a la fuerza para torcer las mentes de los que se sentaban en las aulas. Descubrir la condena económica a los maestros, constreñidos a ponerse de espaldas a las verdades históricas.

El camino entonces desde la óptica social es hundir el bisturí y reconocer realidades. ¿Cuáles son las expectativas de los jóvenes, en qué nivel de preparación quedaron nuestros estudiantes, cuáles programas debemos poner en marcha para que los maestros enriquezcan su formación pedagógica? Cómo reforzamos la potencia de la Escuela Básica como institución de amplio espectro.

Esta operación en el sistema educativo tiene que ser realizada y extendida a todos los sectores que definen nuestras condiciones de existencia ¿qué pasa en los hogares más pobres ¿cómo subsisten, de cuáles medios dispone para seguir adelante una madre sola como jefe de hogar con familia numerosa?, ¿cómo puede proteger, alimentar, educar a sus hijos y a otros miembros vulnerables del grupo?, ¿y, qué podemos hacer?, ¿cuáles son las acciones estratégicas para que los sectores que producen los alimentos puedan responder a la demanda de una forma distinta a la manida “Bolsa CLAP”?

Imprescindible formular la estrategia que proponen los productores de alimentos para cumplir con su cometido de alimentar a la población. Cuáles políticas, caminos seguir para lograr lo que en muchos países ha sido alcanzado “garantizar la seguridad alimentaria”.

La seguridad alimentaria definida como aquella situación en la que todas las personas tienen disponibilidades de alimentos suficientes, seguros y nutritivos, la cual se alcanza cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a ingestas nutritivas que satisfagan sus necesidades alimenticias y sus preferencias, con el objeto de llevar una vida activa y sana. Este concepto de seguridad alimentaria tiene, una doble vertiente, en los países desarrollados suele hacerse más hincapié en la seguridad intrínseca de los productos de alimentación. Es decir, garantizar que los procesos de producción, elaboración, transformación y conservación de los alimentos sean seguros para su consumo humano. En los países en vías de desarrollo, además de la faceta de la seguridad, hay que destacar la posibilidad de la población de acceder a suficientes alimentos para garantizar su supervivencia. Por tanto, se trataría de un aspecto de la seguridad más ligado a la garantía del suministro, sin perder de vista los demás elementos.

Siempre estarían ambos aspectos unidos, poder acceder a los alimentos necesarios, de calidad y contar con una estructura salarial que posibilite el acceso a partir de las oportunidades laborales y la calidad de los salarios de la población trabajadora mayoritaria.

A la alimentación y educación se agrega otro componente clave para la vida de las comunidades y de las familias, vinculado a las oportunidades que permitan la existencia de un sistema de salud público con el mismo criterio del sector alimentario. Esto significa acabar con la incertidumbre que angustia a las familias sobre cómo cuidar la salud de sus miembros, tener la información y la seguridad que al alcance de la población existen instituciones y mecanismo que permitan cuidar la salud de las personas. Una causa para la migración de sectores poblacionales es la inseguridad sanitaria; es decir, carecer, no tener la convicción que se puede atender y tratar de resolver aquellas situaciones, episodios de la vida donde los miembros de la familia enfrentan riesgos y no tienen la seguridad, no hay una vía, posibilidades para resolver, para atender el caso cualquiera sea su gravedad. En Venezuela menos del 5% de la población tiene seguro médico, más del 30% de las personas tienen enfermedades crónicas, no reciben atención médica, y un porcentaje similar tampoco tiene acceso a medicinas.

La seguridad sanitaria es un tema que debe ocuparnos en la “Venezuela, año uno”. Comienza por recomponer el sistema, las estructuras, instituciones y capital humano que existía antes de la experiencia socialista. Cuál es la condición actual de la red hospitalaria, qué pasó con la red de atención primaria, cómo se han diezmado los contingentes de médicos, enfermeras, especialistas que existían antes del “Barrio Adentro” y la imposición de la medicina cubana en nuestro país. Cómo están las facultades de medicina de nuestras universidades autónomas, cuáles son sus requerimientos para seguir en su incansable labor de preparar al personal de salud requerido para garantizar la seguridad sanitaria del país.

En la “Venezuela, año uno” cada campo de la vida social debe ser explorado, reconocido, detectado sus fallas para poder avanzar en la creación de alternativas y soluciones viables que respondan a la Emergencia Humanitaria Compleja que vivimos; y luego a la construcción del sistema futuro al cual podemos aspirar los ciudadanos de este país. Aprendamos y afinquémonos en las experiencias de otras sociedades que lograron en los difíciles tiempos de posguerra, como Alemania, en medio de grandes catástrofes naturales y políticas, rehacerse y encontrar caminos hacia la paz y la libertad.