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Navidad de un chavista. Por Claudio Zamora

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Soy Nicasio Rondón líder de calle en la Invasión Comandante Eterno, parroquia Ezequiel Zamora del Estado Barinas, mi rutina en defensa de la Revolución comienza a las 4 de la mañana hora en la que levanto a mi mujer y mis cuatro carajitos y despego el cable de la luz para compartirlo con los emprendedores de la calle que lo utilizan para darle corriente a las máquinas de afeitar, las moledoras de maíz, de tripas para hacer masa de chorizo y las lámparas para montar uñas acrílicas, nosotros por nuestra parte encendemos un mechuzo de gasoil con 2 litros que nos regala el chofer del camión cisterna que surtía de agua al barrio pero esta accidentado por cauchos, así que nos toca bien temprano empujar una carrucha con tres pipotes para un llenadero de agua que esta como a ocho cuadras de la casa. Entre varios vecinos llevamos nuestro vehículo porque lo jodido es de regreso cuando los barriles están llenos y las ruedas se entierran en el arenero que hay en las calles porque aún no han asfaltado, pero nuestro alcalde revolucionario nos prometió que este año que viene si va el asfaltado, que se ha retardado por culpa del bloqueo criminal de los gringos, porque el asfalto y que es importado. Llegamos al llenadero y hay una cola como de 50 compatriotas y el chorro bajito, allí nos enteramos que ya habían depositado el bono Paz, Amor y Prosperidad de 46 Bolívares para pasar unas felices fiestas decembrinas. Dejo a la mujer llenando los pipotes y me voy a cambiar para hacer la cola del Banco Bicentenario y buscar mi bultico tricolor con lo que nos identificamos los revolucionarios, me baño con medio balde de agua que quedaba en un tambor y les prometo a los carajitos que les traeré pan dulce cuando venga del banco porque estaban pidiendo desayuno. Llego al banco como a las 9 porque no hay transporte y me toco caminar como una hora, gracias a mi presidente somos una sociedad fitnes porque nos ejercitamos a diario. En el banco no había línea y nos tocó esperar hasta casi mediodía que empezaron a pagar, para colmo no había suficiente efectivo y nos racionaron 20 Bs a cada uno y lo demás quedaba en la cuenta para consumirlo con débito. Salgo del banco como a las 2 y me vengo por la avenida del mercado viendo que llevo para el almuerzo, un kilo de Yuca 3.5 Bs. Así que pido kilo y medio, sigo caminando y esta el camión de las sardinas a 5 Bs enteras y llevo otro kilo, medio litro de aceite para freírlas 4 Bs. Y me recuerdo que les ofrecí a los carajitos pan dulce a 0.70 la unidad y pido 5, quiero consentir a mi mujer y le llevo 5 cigarros detallados que pago con la tarjeta y compro un cuartico de ron para mí, que venden en botella de agua mineral de 330 cc en 1.5, me queda sólo un ñereñere para pagar el pasaje en un camión porque ya me duelen las piernas con la caminada para llegar y las 5 horas parado en el banco, llego a mi casa a media tarde y la cara de alegría de mis hijos no tiene rival, pero lo que veían eran las bolsas porque estaban azules del hambre, le cayeron a los panes como zamuros, en tanto mi mujer buscaba la leña para montar el fogón de la comida porque el bloqueo criminal hace años que no permite llegue el gas a nuestros hogares. Pero la revolución es invencible y me llamaron del Concejo Comunal para recibir la bolsa clap y los juguetes de los niños para multiplicar las alegrías de nuestro pueblo, esta noche comeremos pasta como los italianos y mis hijos jugaran con las pistolas y carros plásticos que envía nuestro gobierno, porque ¡Con hambre y sin empleo, con Maduro me resteo! No es imaginación, es el día de miles de venezolanos que sobreviven con sólo una comida al día, sin más ingresos que las limosnas de bonos y sin más esperanzas que el próximo depósito que reparte la miseria en la parte baja del sistema, porque en la alta, disfrutan en el arbolito de Central Park y de compras por la 5ª Avenida. Pendejos no son, los otros sí. Seguiremos conversando. [email protected]