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El país de las luces. Por Claudio Zamora

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La satanizada cuarta República, periodo donde se gestó la naciente democracia Venezolana y donde muy a pesar de las diferencias que existían entre los diferentes actores políticos, siempre se mantuvo una visión uniforme de país que gracias a dichas iniciativas y los proyectos desarrollados y concretados, permitieron estructurar las bases de sustentación donde aún descansan las ruinas de lo poco que queda y que están tan bien construidas que pese a la saña con que se ha tratado el país en su avalancha destructiva, no han logrado desintegrar. Es que resulta vergonzoso que este régimen de 23 años no hubiese podido construir en todo ese tiempo un hospital decente, una universidad completa, unas autopistas transitables, un nuevo aeropuerto, una miserable refinería, nada de nada, más de dos décadas, exprimiendo las obras de la cuarta, deteriorando y arruinando lo que tocan y soñando con proyectos que su incapacidad ha dejado a medio construir como mudo testigo de su ineptitud. El tercer puente sobre el Orinoco en Caicara del Orinoco dejo decenas de pilares anclados en el rio como un alfiletero y campamentos abandonados de lo que sería un eje de desarrollo de esa pujante zona minera, enlazada con las llanuras agrícolas en su camino al centro del país. La Autopista de Oriente, que si bien es cierto, comenzó en la cuarta, sólo restaba un cuarto de su porcentaje para culminarla y hoy es una siembra de monolitos de concreto que no sirven ni de lienzos para los grafiteros. El Complejo Hidroeléctrico del Bajo Caroní conformado por 4 centrales como son Gurí, Tocoma, Caruachi y Macagua con una capacidad conjunta de casi 20 mil Megavatios, siendo sólo Gurí la 3ª del mundo en capacidad de generación se encuentran destruidas, el abandono, falta de mantenimiento, incapacidad gerencial y corrupción administrativa tienen al país pendiendo de un hilo en cuanto a servicio confiable, en el año 2019 sufrimos un apagón que en algunas ciudades se extendió por semanas y en esta semana que concluye un nuevo que involucro el 70% del país. El gobierno que en estos veintitantos años lo único que ha realizado con el complejo es cambiarle el nombre a las represas, sigue atribuyendo los desperfectos a saboteos inexistentes, accidentes con animales (iguanas, rabilpelados, zamuros); talibanes suicidas o los trillados ataques del imperio, para colorear sus libretos detiene y procesa a ingenieros encargados de las operaciones para presentarlos ante la prensa como agentes de la CIA y justificar la inoperancia de la mitad de las turbinas o la ruina de más de 7 mil kilómetros de líneas de trasmisión. Han sido más de 40 mil Millones de Dólares que fueron destinados en los últimos 20 años para el mantenimiento y mejoramiento del Sistema Eléctrico que han ido a parar a las cuentas de los corruptos como Jesse Chacón disfrutando en Viena como representante ante las Organizaciones internacionales de Energía. Los pocos expertos en la materia eléctrica que se atreven a declarar la realidad del sistema, anuncian una catástrofe de gran magnitud que puede dejar al país a oscuras por mucho tiempo, entendiendo que la tecnología de las turbinas es alemana (Siemens) y sólo están operativas menos de la mitad de las 20 existentes, con el agravante que trabajan incluso las de emergencia, que son las suplidoras en caso de contingencias, en pocas palabras, tenemos sólo una vela prendida y debemos rogar que la brisa no nos apague ese pequeño brillo que permite medio alumbrar este país en penumbras, no hay justificaciones, hay casi 7 millones menos de personas en el país, ha quebrado y cerrado sus puertas el 60% del comercio, las calles son desiertos y el poder adquisitivo ha disminuido a límites de sobrevivencia, el gobierno implemento lo que llama dentro de su marginalidad El encendido de la Navidad ordinarios mamotretos de árboles artificiales con luces en plazas, para que el venezolano pelabola pueda admirar algo que hace años tenía en el comedor de su casa. Somos el país de las luces, pero apagadas. Seguiremos conversando.
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