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La Invasión Consentida: De la seducción a la sumisión de Venezuela a ritmo del son cubano

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Olgalinda Pimentel @olgalindap

El libro de Diego G Maldonado, distribuido por la Editorial Dahbar, ofrece una de las investigaciones más completas sobre la relación “asimétrica” de Hugo Chávez y Fidel Castro, sostenida por el petróleo y concebida para convertir al país en el mayor benefactor de Cuba, a costa de su propia existencia como Estado.

Caracas. En más de una ocasión, como la de 2007, Hugo Chávez declaró a Venezuela y a Cuba como “una sola nación”. Fue una frase a la hechura de la seducción revolucionaria, pero que condenara al país con las mayores reservas petroleras del planeta al endeudamiento y a la sumisión ante los designios cubanos es “un fenómeno único en la geopolítica del mundo”.

Es la historia que cuenta La Invasión Consentida, un libro editado por Penguin Random House y distribuido en Venezuela por la Editorial Dahbar, que ubica el origen de la tragedia inédita en dos acontecimientos bien documentados. El primero, la obsesiva ambición de Fidel Castro por el petróleo venezolano, desde 1959. Y luego, el encuentro de Chávez con el revolucionario en La Habana, que culminó con un discurso de 36 minutos en el Aula Magna de la Universidad de la capital cubana, en 1994.

Ambos hechos condujeron, al ritmo del son cubano, al desmantelamiento de las instituciones y recursos del Estado, en un proceso que este libro devela para la reflexión.

La investigación fue escrita por Diego G Maldonado, un nombre que “representa a periodistas acallados y perseguidos” en los últimos 20 años. Y encarna así la libertad de pensamiento y expresión, según se advierte en la contratapa del libro con el que el editor aspira a reivindicar el vejado derecho a la información de los venezolanos. Además, contó con valiosos aportes de políticos y testigos de excepción a lo largo de los 20 años, como Simón Alberto Consalvi y Teodoro Petkoff. También, con una extensa bibliografía y hemerografía en la cual aparece Granma, el diario oficial cubano.

La sumisión que Maldonado relata en 400 páginas, a partir de 1999 y bajo la égida de Fidel, se manifiesta con petróleo, a los tres meses de asumir el poder, Chávez envió una delegación de Pdvsa a La Habana y en un pacto energético acuerda vender crudo financiado por 15 años a 2 % de interés. Y a partir de 2004 se sobrepasa a 115.000 barriles diarios, lo que le permite a Cuba revender petróleo venezolano a los mercados.

De la invasión consentida

La investigación detalla con datos oficiales cómo el país lleno de riquezas, por la voluntad de Chávez, seducida por la revolución de la isla caribeña, termina girando “como un satélite en la órbita de un país pobre ocho veces más pequeño y tres veces menos poblado” que Venezuela.

Así, el Estado se convierte en “el mayor empleador de cubanos en el exterior”, con más de 220.000 trabajadores. “Y la plusvalía será fabulosa”, apunta Maldonado. “La petrolera estatal llegará a pagar hasta 13.000 dólares mensuales por el trabajo de un médico cubano que apenas recibirá 300 dólares como salario”.

Además, Chávez endeudó al país a niveles extraordinarios para financiar grandes proyectos en la isla, como refinerías y cables submarinos, refiere el autor. “Y comprará a Cuba bienes y equipos que los cubanos no producen y le asignará directamente múltiples contratos para proyectos en el país”.

Durante el primer año de gobierno, Venezuela desplazó a España como primer socio comercial con un intercambio de 912 millones de dólares. Estos se multiplicarían a 13.000 millones de dólares a los nueve años.

La integración asimétrica de Venezuela y Cuba

Durante esta naciente relación, los hombres de Castro se diseminaron en todo el territorio nacional. Se encargaron de los programas sociales. Y además de instalaciones estratégicas. “El gobierno cubano conoce toda la base de datos de los venezolanos. Tiene pleno acceso a la oficina de identificación y migración, está al tanto de cada transacción civil y mercantil en registros y notarías, y, por si fuera poco, tiene un panorama detallado del sistema eléctrico nacional, de la industria petrolera y de las reservas minerales del país”, señala Maldonado.

En contraste, el gobierno de Chávez no tuvo en Cuba influencia política real, ni de otro tipo. “Se trata de una integración asimétrica… La ascendencia chavista en las decisiones del gobierno es nula. Los cubanos no comparten sus bases de datos ni el acceso a información estratégica… El peso de Venezuela se restringe al campo económico nada más”.

Castro, curtido en las prácticas de lidiar con los gobiernos venezolanos, le hizo leer a Chávez una carta en la clausura de la VIII Cumbre del Alba, en la que hace constar que “el apoyo venezolano a Cuba es espontáneo”.

“Ciertamente, nada ha sido forzado. La entrega ha sido espontánea”, enfatiza Maldonado, quien indica que sus palabras recuerdan la promesa realizada por Chávez cuando se conocieron, en La Habana.

La invasión y una sumisión no tan voluntaria

“Los cubanos tienen y tendrían mucho que aportar, mucho que discutir con nosotros en un proyecto de un horizonte de 20 a 40 años…”. Con esas palabras, Chávez recibió el homenaje que le ofrecieron en el Aula Magna de la Universidad de La Habana en diciembre de 1994. Fue nueve meses después de haber sido beneficiado, sin juicio, con el sobreseimiento presidencial, en marzo. Castro, de innegable olfato político, apostó esta vez por el joven militar que, pese a un intento de golpe de Estado, gozaba en su país de inmensa popularidad. Y, encima, de un enorme ego deslumbrado por la revolución y sus dividendos políticos.

Con ese discurso, describe Maldonado, Chávez selló el compromiso de convertirse en el mayor benefactor de la isla, atrapada entre la ausencia de subsidios de la antigua Unión Soviética y el bloqueo comercial internacional.

“Puede decirse que la historia de Venezuela comenzó a cambiar”, habría dicho Fidel, citado por el autor para recordar también la relación con el socialdemócrata Carlos Andrés Pérez, durante sus dos períodos presidenciales, en el primero de los cuales nacionalizó la industria petrolera.

Todo por el petróleo de Venezuela

Pero una ambición semejante a la de Chávez por el proceso cubano la tuvo mucho antes Castro por el petróleo venezolano. Por eso visitó al país por primera vez en 1959, una vez obtenido el poder. Llegó vestido de militar y armado de un fusil y fue vitoreado por “miles de venezolanos” durante su trayecto desde el aeropuerto de Maiquetía hasta Caracas.

“Castro espera obtener mucho más que apoyo moral del ‘país más rico de América’”, relata Maldonado.  El cubano se reunió con el presidente electo, Rómulo Betancourt, con la pretensión de forjar “las bases de una misma patria” entre Cuba y Venezuela. Así lo expresó en su discurso en el Congreso Nacional. Allí lo recibieron los jefes de los partidos políticos, luego de agasajos y de recibir la distinción de huésped de honor de Caracas.

Sin embargo, el líder cubano fracasó en su intento, a pesar de los halagos desproporcionados hacia el país y los venezolanos. A Betancourt no le convenció el estilo y la simpatía de Castro por el Partido Comunista (PCV), narra Maldonado. El presidente le negó “sin matices” el préstamo de 300 millones de dólares y la venta del petróleo en condiciones especiales. El país atravesaba una fuerte crisis económica y laboral y hubiese tenido que endeudarse con compañías petroleras para financiar el crudo a Cuba, de haber aceptado la petición.

“Simple y llanamente, Betancourt no podía complacerlo. Eso no lo comprendió Fidel nunca”, sentencia el escritor. Y se basó en testimonios de quienes presenciaron la conversación que se llevó a cabo en una casa particular, al sureste de la capital.

Lo que vino después

Luego de esta derrota, Fidel no descansó en buscar la forma de desestabilizar a los gobiernos democráticos. Maldonado menciona los modos en los que actuó: envió a Venezuela toneladas de armamentos y algunos de sus mejores combatientes; financiado movimientos subversivos y entrenados guerrilleros venezolanos. “Había fracasado estrepitosamente; y he ahí, 40 años después, a este teniente coronel que le permitiría colonizar el único petroestado de América Latina sin disparar un solo tiro. Ahora las cosas serían distintas”.

La investigación desarrolla los sucesos más significativos hasta el año 2019, con el gobierno de Nicolás Maduro. Entre estos, el empobrecimiento de la población e inclusive la migración forzada de venezolanos por la crisis y sus trágicos finales que la devastación económica, entre otros factores, generó. “Después de haber recibido más de un millón de millones de dólares por ingresos petroleros entre 1999 y 2014, el país con las mayores reservas de petróleo del planeta está arruinado y ya no tiene cómo extraerlas”.