Maru Morales P. @morapinhace 2
El dirigente del Movimiento por la Democracia, Sergio Sánchez, es contrario al discurso del ‘todo o nada’, porque esa estrategia no facilita la transición. “Las elecciones libres son la última etapa de una transición, no la primera”, señala. Afirma que así como hay muchas oposiciones, también hay muchos chavismos y que todos deberían tener un espacio en el proceso de negociación.
Caracas. Más de 100 venezolanos hicieron público esta semana un documento denominado “Manifiesto por la Vida”. Rechazan las detenciones arbitrarias, las torturas, las desapariciones forzadas, el hambre a la que es sometida la población, la existencia de presos de conciencia, la imposición de sanciones internacionales. Al mismo tiempo avalan el rescate del voto como instrumento de cambio, la participación electoral con condiciones, la convocatoria a un referendo revocatorio y un proceso de negociación que permita acuerdos progresivos en sustitución del ‘todo o nada’.
La singularidad del documento radica en que la totalidad de sus firmantes son figuras provenientes del chavismo e incluso del propio PSUV. Exministros, exdiputados, exgobernadores, personas que llegaron a ser cercanos colaboradores de Hugo Chávez, así como dirigentes de izquierda y de movimientos populares de varios estados decidieron dejar claro su distanciamiento de Nicolás Maduro y hacer un llamado nacional a la reconciliación, la convivencia y la despolarización.
Algunos de los firmantes ya tienen varios años expresando sus divergencias con las políticas de Nicolás Maduro, como el caso de la exministra Oly Millán. Otros firmantes como Sergio Sánchez tienen menos notoriedad mediática, pero cuentan con una larga trayectoria en el chavismo y en el gobierno de Chávez y también se desmarcaron hace algunos años. Actualmente, Sergio Sánchez es responsable de organización nacional del Movimiento por la Democracia (MPD), fundado en 2017 por el exministro del Interior y preso político, Miguel Rodríguez Torres.
El dirigente ofreció vía telefónica a Crónica.Uno su visión, la de las fuerzas provenientes del chavismo y la del MPD sobre la profunda crisis venezolana, la impostergable reconciliación nacional, “el archipiélago que es el chavismo”, el revocatorio, las regionales y las negociaciones auspiciadas por Noruega entre otros aspectos.
¿Los firmantes del Manifiesto constituirán un movimiento político?
–No. Estamos haciendo un llamado de conciencia a la nación. Somos un grupo de actores que individualmente apoyamos al presidente Hugo Chávez, pero que hemos visto como todo se ha ido descomponiendo y alejándose de las razones por las cuales apoyamos un proyecto de justicia social, de equidad y sobre todo de democracia. Esto que está ocurriendo no tiene nada que ver con una revolución.
¿Por qué se pronuncian ahora y no antes?
–Muchos de los firmantes ya habíamos roto con el Gobierno, algunos incluso públicamente; pero la mayoría no lo había hecho y lo hizo a través de este Manifiesto. Hay personas provenientes de Soluciones, el partido de Claudio Fermín; de Redes de Juan Barreto; de las UBCh y los Clap; está la negra Antonia Muñoz a quien el Gobierno la ubicaba cercana a ellos y sale rompiendo. Durante los últimos meses nos hemos venido comunicando por distintas vías y surgió la iniciativa de hacer un documento donde dijéramos que las fuerzas provenientes de la izquierda, del chavismo, no podemos no podemos seguir guardando silencio ante la muerte de la República.
Llama la atención que entre los firmantes no figuren nombres emblemáticos del chavismo disidente como Luisa Ortega Díaz, Héctor Navarro, Víctor Álvarez o Gabriela Ramírez…
–El chavismo, la gente que considera que Chávez ha sido el mejor presidente de los tiempos modernos, llega casi al 50 % de los venezolanos. Pero de ese grupo, los que apoyan a Maduro son apenas 10 %. Entonces cuando hablamos de ‘el chavismo’ estamos hablando de muchísima gente que apoyó un proyecto, incluso con críticas, pero que no estamos con Maduro. Así como la oposición tiene múltiples visiones, dentro del chavismo hay múltiples visiones también. Dentro de estas fuerzas provenientes del chavismo hay quienes avalan salidas de fuerza o el todo o nada al que ha jugado el G4; nosotros no estamos de acuerdo con eso. Hay otros que creen que basta con pedirle a Maduro que cambie su posición. Otros que dicen que Maduro y la oposición son responsables por igual de la crisis, cosa que no compartimos. En fin, ponernos de acuerdo sobre este Manifiesto tomó varios meses. Hubo personas que no lo respaldaron y otras a quienes de antemano ya sabíamos que no lo iban a apoyar.
¿Qué receptividad ha tenido en el chavismo los primeros días de su publicación?
–He conversado con firmantes del comunicado y me cuentan que gente dentro del gobierno se ha comunicado para preguntar por el documento, cómo lo hicimos, que lo han leído y han estado reflexionando. A mí me han llamado diputados de la Asamblea Nacional electa en 2015 para decirme que quieren hablar con nosotros. Es decir, creo que después de varios meses pensando las palabras exactas, logramos el objetivo: que los sectores moderados de ambos lados comenzaran a pensar que tenemos que reconocernos y respetarnos. Esa es la clave para avanzar.
El año pasado se conformó la Alternativa Popular Revolucionaria que unió al PCV con disidentes del Gran Polo Patriótico ¿se han acercado a ese sector?
–Te respondo en nombre del Movimiento por la Democracia, no en nombre de todos los firmantes del Manifiesto. Así como somos parte del Frente Amplio y del Foro Cívico, trabajamos y tenemos buenas relaciones los compañeros de la Alternativa Popular Revolucionaria, coincidimos en diversos planteamientos. Muchos en la APR ya entienden que no hay salida a la crisis si no se resuelve el problema político. Y el problema político no es otro que la instauración de un gobierno con rasgos autoritarios que no acepta la voluntad de la mayoría. En la APR ven eso también. En donde aún tenemos que seguir acercando posturas es en el tipo de salida a la crisis: nosotros creemos que la salida no puede ser chavista o antichavista, sino una salida de unidad nacional, ellos todavía están en ese debate interno.
Elecciones y revocatorio
En el “Manifiesto por la Vida”, los firmantes hacen un “llamado urgente a toda la nación a retomar el camino de la lucha electoral para que las grandes mayorías puedan expresar su voluntad”. Sostienen que tanto Maduro como la oposición necesitan de la vía electoral para legitimarse. Por lo tanto, llaman a participar en las elecciones regionales pero también “para luchar por las mejores condiciones posibles entendiendo lo que enfrentamos”.
¿Tienen previsto postular candidatos para las elecciones regionales? ¿con cuál tarjeta lo harían?
–Tenemos en mente postular candidaturas pero estamos precisando el tema de la tarjeta. Ya hay ofrecimiento de tarjetas, falta terminar de concretar. Pero tarjetas hay.
Una vía de participación es el revocatorio, el cual ustedes reivindican en el Manifiesto ¿Piensan apoyar las gestiones adelantadas ya ante el CNE por Nicmer Evans o emprenderían una iniciativa aparte?
–Nosotros nos vamos a sumar a todas las iniciativas que aboguen por el reconocimiento del otro, por salidas democráticas, por salidas pacíficas, por la necesidad del perdón y la reconciliación. El referendo revocatorio es un paso táctico para esos fines. Si Nicmer Evans, otros del chavismo, de la oposición o de la sociedad civil empuja la tesis del revocatorio, nosotros vamos a estar allí independientemente de quien la haya iniciado, porque creemos que hacia allá debe ir todo el país, porque es un derecho constitucional. En los momentos de mayor crisis de una nación, hay que consultarle al pueblo y si el chavismo dice que reivindica la democracia y la Constitución entonces veamos qué dice el pueblo.
Acercamientos a la oposición
Sánchez participa en las discusiones del Foro Cívico desde este año y es parte del secretariado del Frente Amplio desde 2018. En tal sentido, afirma que los planteamientos expresados en el manifiesto no son desconocidos en ninguno de estos grupos que adversan a Nicolás Maduro: “Antes de sacar el Manifiesto conversamos con muchos actores. Oly Millán, por ejemplo, pertenece a la Plataforma de Defensa de la Constitución donde está Héctor Navarro y ahí tuvo su debate. Nosotros, el MPD, conversamos sobre estas propuestas con Mariela Ramírez del Foro Cívico. Ángel Oropeza, del Frente Amplio, conoce nuestras posiciones. De tal manera que este planteamiento no es una sorpresa. La sorpresa es haber logrado fijar una postura de esta naturaleza, de manera unitaria en este archipiélago del chavismo disidente”.
¿Desde esa vinculación con el Frente Amplio han establecido contactos con algún partido del G4, de la Plataforma Unitaria o con el propio Juan Guaidó así sea un contacto indirecto?
–Antes de publicar el Manifiesto no tuvimos ninguna reunión con sectores de la oposición, porque el objetivo primero era encontrar las coincidencias dentro de las fuerzas provenientes del chavismo. Ahora bien, una vez que hemos fijado nuestra postura y nuestro llamado, estamos dispuestos a conversar con todos. Nosotros respetamos a los sectores y partidos de la oposición, entendemos que la unidad de todos los sectores es necesaria para volver a la sindéresis. Y también respetamos a los que están en el gobierno. Claro que tenemos diferencias con ciertas estrategias desarrolladas por la oposición y sobre todo con la conducción del gobierno. Pero creemos que hay que construir un camino alternativo.
¿Hay algún sector de la oposición venezolana con el cual no se reunirían bajo ningún concepto? Por ejemplo, María Corina Machado dice que no se puede hablar con quienes forman parte de la administración de Maduro y Oscar Figuera piensa que Guaidó es un títere de Estados Unidos…
–No. Sería una contradicción con nuestro planteamiento: decimos que hay que reconocer a la otredad y respetarla, aceptar que tenemos que conversar incluso con las personas más antagónicas a nuestras posiciones. Sentarse con alguien no significa que las ideas se te contagien. Las ideas no se contagian. Tenemos confianza en lo que creemos. Y si tenemos que reconciliar el país estamos obligados a sentarnos con todas las partes. El peor momento de bombardeos en la guerra de Vietnam se estaban dando los Diálogos de París entre norteamericanos y vietnamitas. Mandela, preso en Apartheid, se sentó con De Klerk para tratar de llegar a un acuerdo y luego De Klerk fue su vicepresidente. Nosotros tenemos que empezar a hacer política con pantalones largos. Tenemos que reconocer al otro.
¿Aún en las situaciones más extremas que comprometen por ejemplo los derechos humanos?
–Si el otro cree que el camino es la tortura o el camino es la venida de los Marines, hay que sentarnos porque son beligerantes, porque tienen liderazgo, porque hay gente que cree en ellos, y de lo que se trata es hacer entender a todos los extremos que debemos respetarnos, que la solución no puede ser exterminar al contrario. Por lo tanto claro que debemos sentarnos con todo el que sea necesario. Sentarse no es claudicar no pierdes la identidad, es reivindicar la democracia y reivindicar el respeto al otro.
Todas las oposiciones y todos los chavismos
Los firmantes del Manifiesto reivindican el diálogo y el acuerdo político interno con apoyo internacional como alternativa para frenar la profundización de la crisis, que a su juicio significaría “la muerte de la República”. Actualmente, el actor internacional que lleva la batuta de una eventual negociación política es Noruega, a través de un mecanismo que sentaría al sector que representa Nicolás Maduro y al sector que representa Juan Guaidó.
Consultado sobre el tema, Sergio Sánchez señala que aunque los firmantes del Manifiesto valoran como positivo el trabajo de Noruega, consideran que están dejando por fuera a un sinnúmero de venezolanos que no se sienten representados por esos dos actores: “Reconocemos, respaldamos y aplaudimos el trabajo de Noruega pero mal podría asumirse una solución poniendo a hablar únicamente a los representantes de dos bloques, cuando en el país hay muchísimas fuerzas que tienen opiniones propias”.
¿Podría poner un ejemplo?
–Si se llega a un acuerdo entre Maduro y Guaidó ¿qué garantía tendrá el movimiento campesino que viene del chavismo pero que está peleando porque le están quitando sus tierras de que le van a respetar sus derechos? ¿O los movimientos de pobladores, o los medios comunitarios cómo se verían representados? Y del lado de la sociedad civil ¿Cómo se verían representados Fedecámaras, los gremios, los sindicatos en un acuerdo firmado sin su concurso? No sería realista decir que la Venezuela opositora está hoy representada solo por el interinato o que el chavismo está representado solo por el gobierno de Maduro. Eso es lo que hemos tratado de transmitirle a los noruegos: que es necesario incorporar sectores que no sienten que sus reivindicaciones van a ser representadas por Guaidó y Maduro.
Pero un proceso de negociación no puede sentar a todos y cada uno de los sectores que hacen vida en un país. El proceso sienta a los actores relevantes y ayuda a que ellos diseñen los acuerdos sectoriales. De lo contrario nunca terminaría…
–Lamentablemente, en Venezuela los partidos se separaron de la base social pero eso no se va a resolver ignorando el problema o imponiendo agendas. Se va a resolver reconociéndonos y abriendo espacios. El Gobierno juega mucho diciendo que en la mesa de negociación tienen que estar todas las oposiciones y yo creo que eso es cierto pero en la mesa también tienen que estar todos los chavismos. Eso debería decirlo la oposición. Hay métodos para incluir a múltiples actores. Salvando las distancias, vimos algo de eso en el proceso colombiano: la negociación no fue solo con las FARC, se hizo una con el ELN; del lado del gobierno había una sola vocería pero del lado de la oposición había varios sectores conversando. No es un proceso fácil en un país como Venezuela donde si bien 90 % quiere un cambio, se impone el sectarismo.
¿Cómo se supera el sectarismo?
–Por etapas. La primera etapa es el reencuentro de la venezolanidad democrática, el establecimiento de un diálogo horizontal, conversar de cómo vemos las cosas dentro de las oposiciones, dentro de las bases sociales, abrir un espacio en medio de las trincheras. Los campesinos del movimiento chavista tienen que hablar con Fedeagro de los problemas del campo, reconocerse, ver los problemas comunes, entender que se necesitan ambos a pesar de las diferencias. Lo mismo tiene que pasar en el mundo sindical, el mundo religioso. Yo soy de izquierda y voy a seguir en la izquierda, voy a optar por los pobres y la justicia social pero entiendo que este no es el momento de debatir si enfrentamos o no la plusvalía. Es el momento de debatir si salvamos la República, si salimos en defensa de la vida que es una lucha pretérita a cualquier proyecto societal de la superación económica. A veces la izquierda se enfrasca en que el enemigo es el burgués y el imperialismo y no ven que aquí no va a haber ni imperialismo, ni burguesía, ni país si seguimos en esta ruta.
¿Cuáles serían las otras etapas para eliminar el sectarismo?
–Lo segundo, entender que no hay solución a la crisis si no ejercemos la soberanía que no es solo ir a votar sino reclamar nuestros derechos en el marco de la Constitución, pacíficamente. La necesidad de que emerja un movimiento estudiantil, campesinos, gremiales, exigiendo el respeto a sus derechos. En tercer lugar, tiene que venir una etapa de politización de las reivindicaciones, una articulación de todos los reclamos. Que el movimiento sindical entienda que no puede luchar solo por salario sino que ese problema se vincula a los derechos civiles. El propio gobierno tiene que dar un debate interno porque la inmensa mayoría ahí adentro no está de acuerdo con la tortura, las desapariciones o las detenciones arbitrarias; pero frente a una opción que solo les dice que escojan el color de la braga que van a usar en Guantánamo, bueno, los une el miedo mutuo. La solución no puede ser el exterminio del chavismo ni el extermino de la oposición. La solución es volver a convivir y buscar fórmulas para volver a la Constitución. Una Constitución que es de todos porque la construyó el chavismo en 1999 y la defendió la oposición en 2007. Esa es una gran ventaja.
¿Los firmantes del Manifiesto consideran que el Acuerdo de Salvación Nacional es una ruta factible?
–Te voy a responder en nombre del MPD porque los firmantes del Manifiesto no dimos el debate sobre el Acuerdo de Salvación Nacional. En el MPD nos parece muy bien que se plantee al país la necesidad de un proyecto para salvar a la nación. El concepto es concreto. Está bien establecer unas direcciones: el apoyo internacional, la presión interna, etcétera. Pero el problema no es el concepto es el cómo lo vas a lograr: ¿te vas a ir por la ruta del todo o nada o te vas a ir por la ruta de la acumulación de fuerzas? Ese es el problema de fondo.
Ustedes apuestan a la acumulación de fuerzas…
–Así es. La sociedad tiene que aprovechar todas las ventanas para evitar el paso de un autoritarismo hegemónico a un totalitarismo. En Venezuela aún quedan algunas ventanas abiertas. La lucha contra los regímenes autoritarios se basa en impedir que esas ventanas se cierren. Los pocos espacios democráticos que quedan hay que defenderlos con los dientes. Si estamos enfrentando un régimen autoritario es absurdo esperar que el autoritarismo nos dé unas elecciones con condiciones y competitividad. Eso no va a ocurrir.
Eso es lo que está pidiendo la oposición…
–Eso no va a ocurrir. Eso es el final de una transición. La transición termina en una elección libre, no comienza en una elección libre. Entonces ahí hay un planteamiento errado que nosotros no compartimos. La transición inicia construyendo confianza, inicia con acuerdos progresivos, cosa que en los últimos días hemos escuchado en boca del presidente Maduro como en boca de Juan Guaidó y eso nos llena de esperanza. Saludamos que vaya a haber un inicio de negociación en términos de progresividad. Cuando alguien dice que es todo o nada, hay que alejarse. Y el todo o nada está en ambos lados, los que dicen o me aceptas esto o te invado y los que dicen me aceptas esto o te extermino. Tenemos que construir confianza progresivamente.
Perfil
Sergio Sánchez es ingeniero mecánico con maestría en Investigación de Operaciones de la Universidad Central de Venezuela. Entre 1999 y 2001 fue secretario de asuntos internacionales y secretario de cultura de la Federación de Centros Universitarios de la UCV. En esa misma etapa inició su vinculación activa al chavismo: entre 2001 y 2013 formó parte de instituciones como el Fondo Único Social, el Ministerio del Transporte, el INCE, el Ministerio de Producción Social, Corpivensa, la Unefa y la Alcaldía de Caracas.
En 2010 fue seleccionado como delegado al Congreso Fundacional del Partido Socialista Unido de Venezuela donde trabajó en la construcción de los estatutos del partido y más adelante, en 2012, fue asesor de Blanca Eeckout (que era vicepresidenta de la Asamblea Nacional) y coadyuvó en el diseño metodológico para la construcción del Plan de la Patria. En diciembre de 2013 fue electo concejal del municipio Santiago Mariño del estado Aragua, llegando a ser presidente del Concejo Municipal entre 2016 y 2017.
Ese año se desprende del PSUV y funda junto con el exministro del Interior, Miguel Rodríguez Torres (hoy preso político), el Movimiento Amplio Desafío de Todos (Maddt), ahora Movimiento por la Democracia y es designado Responsable de Organización Nacional. En 2018 Maddt se suma al Frente Amplio Venezuela Libre y Sánchez se incorpora como miembro del secretariado nacional del Frente. A partir de este año el MDP se vincula al Foro Cívico en calidad de participante y Sánchez funge como representante de las fuerzas provenientes del chavismo en ese espacio.