El teatro moderno del arquitecto Oscar Tenreiro adosado a un inmueble histórico del siglo diecinueve, empezó mal y terminó mal. Allí está, a la vista, inconcluso, todo un mohoso esqueleto de concreto armado. Mucho más útil y barato habría sido continuar el Centro de las Artes iniciado en 1980 por la gestión de Alberto Palazzi en los predios del Jardín Botánico. Y qué decir del proyecto del arquitecto Natalio Ávila de construir un Boulevard a lo largo de la calle Bolívar para unir la el Casco Histórico con la ciudad moderna, bueno, que resultó un descomunal adefesio con todos los defectos que ya conocemos. Se pretende que la UNESCO declare al Casco Histórico Patrimonio Cultural de la Humanidad (Ahora no se habla de casco o centro histórico sino de paisaje), pero poco se hace en obras de revitalización. Más es lo que se invierte en futilidades y eventos propagandísticos. Nada se hace por revitalizar el centro urbano con obras ambientales, de reconstrucción y restauración de casas en ruinas, arreglo de las calles con cemento y mejor distribución de postes y cableados. (AF)

Américo Fernández