El investigador Luis Pedro España afirma que el daño estructural de la calidad de vida en Venezuela es tan severo que el colapso definitivo llegó al techo posible de pobreza: 94%. El empleo se redujo y la mitad de la población apta para el trabajo está paralizada

Francisco Olivares

Si distribuyéramos de forma equitativa todo el ingreso actual del país el promedio sería de 30 dólares por persona al mes. Es decir, cada venezolano recibiría un dólar diario. Bajo ese escenario imaginario de igualdad absoluta, no solo todos seríamos pobres extremos según la línea de pobreza internacional que es de 1,9 dólares por día, sino que aun duplicando el ingreso nacional seguiríamos siendo pobres.

Este ejemplo explicado por el sociólogo, investigador y profesor de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) Luis Pedro España, durante la presentación de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2021 (Encovi), sintetiza el efecto adverso que ha tenido en la economía, en las instituciones y desde luego en las condiciones de vida con una caída económica que ha reducido el producto Interno Bruto (PIB) en -74% en los últimos seis años y conducido, casi a toda su población (94%), a la pobreza.

El estudio desarrollado por Encovi en su séptima edición fue presentado el pasado 29 de septiembre por el Instituto de Investigaciones Económicas de la UCAB con ponencias de los profesores Anitza Freites y Luis Pedro España.

Anitza Freites, geógrafa y especialista en Estudios sociales de la población y directora del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de esa universidad, explicó que la crisis que vive Venezuela se sustenta en varios parámetros que fueron destallados en el estudio, especialmente en los dos últimos años. Gran parte del drama tiene su origen en la pérdida de la institucionalidad en Venezuela, en un proceso desarrollado por el chavismo, a partir de su ascenso al poder en 1999.

El drama de la caída económica e institucional de Venezuela es tan grave que algunos analistas ya no solo la atribuyen a la incapacidad, politización y corrupción de los jefes políticos de la revolución sino al modelo “socialista” implantado por el chavismo-madurismo, que utiliza un mecanismo de sometimiento de la población a través de la pobreza y la inamovilidad. Al mismo tiempo Nicolás Maduro ofrece cada año el “milagro económico” que está por venir y suele hablar de la “Venezuela potencia” que dejará sorprendido al mundo. Sin embargo, el país sigue en un abismo indetenible.

País paralizado

A juicio de España, el colapso definitivo que nos ha llevado al mayor nivel posible de pobreza en Venezuela, cuyo techo es de 94%, tiene en este momento uno de los generadores más importantes en la inamovilidad de la población que venimos experimentando con profundidad en 2021.

Esta inamovilidad no es solo como consecuencia de las medidas tomadas por el gobierno de Maduro frente al covid-19 sino que se agrega a la crisis del combustible. No se sabe cuál de los dos factores ha generado mayor incidencia en la paralización y la recesión económica; pero el impacto más fuerte se ha sentido en el mercado laboral, a partir del tercero y cuarto semestre de 2020.

Encovi

El estudio muestra cómo a partir del año 2017 la tasa de actividad de personas en actividad económica y laboral comenzó a descender; y por lo tanto a crecer la tasa de inactividad. “Llegamos a un punto crítico este año con 50% y 50% de personas en actividad e inactividad. Esto quiere decir que solo la mitad de la población en rango laboral, se encuentra en condiciones de actividad y está trabajando”, explicó el profesor España. En el resto del continente los niveles de actividad están por encima de 60%.

¿Por qué dejamos de trabajar?

La respuesta de España es que ha dejado de valer la pena trabajar en Venezuela. Para las mujeres y los hombres de mayor edad, especialmente, comienza ser más costoso ir a trabajar que la remuneración que se va a recibir.

De ese 50% que está en condición de inactividad, 51% quisiera más bien trabajar. Una parte de ese grupo (15%) que está inactivo son mujeres que tienen hijos y de la tercera edad. Si, en el caso de las mujeres, tuvieran quien les cuidara el hijo o al familiar buscarían empleo.

“Tenemos 36% de personas que se cansaron de buscar trabajo y de participar en el mercado laboral por no encontrar una remuneración justa. Eso es lo que se llama el desempleo desalentado”, apuntó España.

De ese 50% que no está laborando hay una parte que es de manera forzada. “De esa parte inactiva, forzada, la mayoría son mujeres. De 2014 a 2021 ha crecido la inactividad de este sector, de 57% a 67%. En el rango de 50 años, una de cada cuatro mujeres está trabajando y evidentemente en la medida en que disminuye el empleo formal, especialmente el que requiere mayor capacitación, las mujeres tienen menos incentivos para trabajar”, indica.

Ocho millones sin empleo

Otro cambio detectado este año, destacó España, es que el desempleo abierto es muy bajo: 3,2% Esto se refiere a personas que no trabajaron ni siquiera una hora a la semana al momento de la entrevista.

“Es una cifra sorprendentemente baja para el nivel de recesión económica que tenemos en el país”, dijo España: “El problema es que ese 3,2% de desempleo abierto, lo que no muestra es la gran cantidad de formas de desempleos. A ese 3,2% hay que sumarle 11% de subempleo visible, que son personas que están laborando menos de 15 horas a la semana. También se le suma 16,6% del desempleo desalentado, personas que se cansaron de buscar un empleo, desistieron y están inactivos. Hay 7,6% de mujeres con hijos que si no tuvieran que dedicarse a actividades de cuidado y al hogar se insertarían en el mercado laboral. Eso suma la espeluznante cifra de 8 millones de venezolanos que si pudieran trabajar, lo harían”.

¿Cuántas personas trabajan en Venezuela?

Solo 7 millones 600 mil personas están trabajando en Venezuela, de una población de más de 28 millones.

De esos 7,6 millones, que pertenecen a la población económicamente activa, 43% quisieran trabajar más horas. De ellos, solo 21% trabajan más de 46 horas.

En 2021 comparado con 2020 se reportan 4,6 horas menos de trabajo al día, producto del confinamiento por la pandemia, la crisis de movilidad en Venezuela y los efectos de los bajos salarios. Se comenzó a trabajar medio tiempo, en promedio.

Cambios en el empleo

Entre 2014 y 2021 se redujo el empleo formal en 21,8%, lo que equivale a 4 millones 400 mil empleos. 70% corresponden al sector público y 30% al privado.

Como señalamos, entre los factores principales de esa disminución están los bajos salarios. En 2021 el salario promedio en el sector público es de 12,3 dólares mensuales y en el privado alcanza a 38,7 dólares. De allí pues que los ocupados dediquen una parte de las horas laborables a trabajar en actividades extras para compensar los bajos ingresos.

Condición laboral 2020-2021

De quienes trabajaban en 2020 en el sector público, 60% siguieron empleados en el mismo sector; pero en un año 23% se fue a trabajar por cuenta propia. 8,8% se dedicó a actividades de ayuda familiar; es decir, a alguna actividad que la desarrolla desde el hogar como venta de comida, confección artesanal, etcétera.

Encovi

En 2020 de quienes trabajaban en el sector privado, 70% siguió formando parte de ese sector y 23% se fue a iniciar actividades por cuenta propia. Las razones obedecen a que no hay trabajo en el sector privado o bajas remuneraciones.

En resumen, para el profesor de la UCAB, en la población económicamente activa, los inactivos siguieron siendo inactivos. En los activos solamente 56% siguieron trabajando y 20% pasaron a ser desocupados.

La desocupación es la antesala a la inactividad en Venezuela: “Y eso se refleja en quienes estaban desocupados en el año 2020 y pasaron a la inactividad casi 60% en 2021”.

Pobreza y desigualdad

El estudio Encovi registra que el crecimiento de la pobreza se disparó a partir de 2013. En 2021 llegamos a lo que podría ser el techo de la “pobreza total” de 94,5%. La pobreza extrema asciende a 76,6%, la más alta registrada en Venezuela desde la era democrática y en 22 años de chavismo.

De acuerdo al profesor España, ese 94% de pobreza no crecerá más porque ese es su máximo posible. “En Venezuela tenemos 5% de la población que tiene cómo indexar su economía cuando hay inflación o mantener su nivel de ingresos a pesar de la recesión económica. Es decir, es el sector que concentra la mayor parte de los ingresos o cuenta con un patrimonio suficiente para no descender a la condición de pobre”.

En el nivel de pobreza extrema resaltó el investigador algunos fenómenos interesantes ocurridos entre 2007-2011 cuando se logró una reducción de la pobreza extrema a 9%; pero, la pobreza total se mantuvo en 33% en el mismo período.

Uno de los factores de reducción de la pobreza tuvo que ver con los programas sociales gubernamentales a partir del boom económico de los precios petroleros registrados esos años.

El investigador de la UCAB explicó que la transición de las misiones sociales a los “bonos de la patria” también impactó en la reducción de la pobreza extrema entre 2019-2020 porque allí hubo una focalización directa del subsidio del gobierno, cuando bajó de 76% a 67%. Pero esa política “social” no logró sostenerse porque los bonos o transferencias directas a los hogares en 2021 con respecto a 2020 decayeron 20% en términos reales. Se mantuvo el programa de bonos que suelen ser de 1,30 dólares a 2 dólares mensuales y aproximadamente dos bonos por hogar; pero sigue siendo muy poco.

España indicó que “la pobreza extrema tiene techo y piso. Esos indicadores que se ubicaron en los rangos de 9% en pobreza extrema y 33% en pobreza total entre 2007-2011 se lograron con campañas sociales como las que pudimos ver por el boom petrolero hasta 2010 o 2011. Sin embargo, desde 2012 comienzan a remontar ambas”.

Esos niveles de pobreza ocurren independientemente de cuánto pueda crecer la economía del país y aun así ese grupo poblacional seguirá siendo pobre. Para cambiar esa condición, además de un plan económico, tecnología y educación, se necesitan políticas sociales. Ni siquiera con el boom petrolero más grande que ha tenido Venezuela desde el año 2005 hasta 2010 se logró reducir la pobreza más allá de ese piso de 9%.

“Para reducir la pobreza no solo hace falta tener dinero sino que hay que tener políticas sociales”, ratificó España.

Los jóvenes se fueron

Basado en estadísticas de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes (R4V) y otras fuentes, con informaciones oficiales de los países destino, Encovi consultó a las familias sobre el tema de la migración que sobrepasa los 5 millones de migrantes.

La migración se agrega a la crisis que padece el país cuando 90% está conformada por jóvenes con formación media y universitaria y personas en capacidad de actividad productiva. La mayoría se ha insertado en sus países de acogida y existe poca probabilidad que regresen.

De acuerdo a la presentación de la investigadora Anitza Freites se intensificó el flujo de hombres en la diáspora migratoria reciente. Un punto que destaca el estudio es que se ratifica la composición juvenil de migrantes. Casi la mitad de quienes dejaron el país son jóvenes entre 15 y 29 años y 90% está en el rango de edades entre 15 y 49 años. Gran parte de esa población que sale, que no la encontramos en el sistema educativo, alimentó ese flujo migratorio.

Si consideramos a la población entre 15 y 49 años que es la población en edad de trabajar joven, allí se reúne 90% de nuestra migración. La razón que arguyeron estos jóvenes en edad activa para irse del país fue la necesidad de conseguir trabajo.Encovi migrantes venezolanos ecuador colombia

(EFE/ Jebrail Mosquera Contreras)

“Otro ejemplo son las razones de reagrupación familiar. Este proceso migratorio nos está cambiando la configuración de nuestras familias. Se han constituido cada vez más unidades familiares transnacionales, con integrantes en el lugar de origen y destino. Los hogares se han reducido. 65% de quienes emigran viajan solos. La mayoría, 57%, son hijos del jefe familiar y en segundo lugar, 13%, esposo o esposa”, señaló Freites.

Freites aseguró que la probabilidad de que estos jóvenes regresen es poca según fue referido en las consultas. La probabilidad de que se integren y se inserten en el lugar de destino, especialmente los que cuentan con un capital educativo, son muy altas: “En mi opinión, la posibilidad de un retorno masivo de venezolanos es escasa”.

Otro elemento a destacar es que en este último flujo hay una mayor participación de quienes tienen una educación media completa o incompleta (56%); un tercio de la migración tiene algún grado de instrucción universitaria o título.

39% de los migrantes no tenían empleo cuando emprendieron la migración. Esas personas en el destino consiguieron empleo en trabajos elementales o en servicios y 12% lograron ubicarse como directivos, profesionales o técnicos. Dos tercios ya tienen estatus regular y 18% siguen en situación irregular. Un dato que se destaca es que tres de cada cinco migrantes envía remesas a sus familiares en Venezuela, una o dos veces al mes.

Un futuro incierto

Si no hay producción no hay posibilidades de que Venezuela salga de la pobreza, advirtió España. Entre los planes y anuncios del gobierno no se percibe un camino ni intención de cambiar esta realidad para la recuperación de las industrias, inversiones y la situación precaria en la que ha quedado el campo venezolano.

Un elemento que registra Encovi 2021 y que nos deja frente a un futuro incierto es que además de la diáspora con la que se está perdiendo gran parte de los jóvenes con preparación académica, está el hecho de que de 12 millones de demandantes en el período de 2020-21 solamente 65% logró inscribirse en un centro educativo.

A esta realidad se agrega el deterioro de la mayoría de los centros educativos públicos, universidades y el abandono en que se encuentran los pocos centros de investigación o de tecnología del país.

El Estímulo