Deberían poder votar. No existen restricciones tecnológicas que lo impidan, es sólo cuestión de implementar un procedimiento. Lo que hasta ahora hemos escuchado de la Comisión Nacional de Primaria es absolutamente insuficiente para afirmar que el éxito del proceso de consulta esté garantizado, por más que haya credibilidad en quienes la integran. Comenzando por quien es su presidente, podemos afirmar que se trata de un grupo de venezolanos que gozan del respeto de la población. El Dr. Casal es una persona honorable y con limpia hoja de servicios, abogado y profesor universitario, especialista en derecho constitucional. Por lo tanto, el problema no está en la Comisión sino en lo que se ha logrado avanzar para hacer factible el voto de la diáspora.
Inicialmente, se había informado que para el 30 de abril (2023) la Comisión Nacional de Primaria tendría listo el registro base a ser usado en la elección y que en las siguientes 8 semanas (según el cronograma) se haría su actualización final. El Registro Electoral estaría listo para su revisión, se dijo, el 3 de julio del mismo año. Finalmente, su versión definitiva la conoceríamos el 24 de julio (publicación), resueltas las impugnaciones y realizadas las auditorías necesarias. Estamos apenas a pocos meses de realizar las elecciones primarias y no hay un cronograma confiable, pero lo más preocupante es que no existe ya suficiente tiempo para crear el Registro Electoral.
La clave está en contar con un Registro Electoral, actualizado y confiable, aceptado por todos los precandidatos, que permita verificar quién ha votado y quién no, en todo momento durante el proceso. La consigna debe ser: “Una persona, un voto”. Sin ese Registro Electoral el proceso no podría ser auditado y, en consecuencia, sería írrito, por idénticas razones atribuidas al CNE del régimen dictatorial de Maduro. Su transparencia y validez debe ser confirmada ampliamente, a través de un análisis post mortem, por organismos internacionales. Ni siquiera está claro qué tecnología se piensa utilizar. Tampoco puede ser un proceso de escogencia clandestino, entre gallos y medianoche, de la referida tecnología. ¿Quién definió y cuándo (si es que alguien ya lo hizo) los requerimientos metodológicos y tecnológicos que permitirán cumplir con los objetivos?
Como es bien sabido por los venezolanos, el TSJ de la dictadura no permitirá que se hagan las elecciones primarias sin que las organice el CNE. ¿Significa esto que no deba seguirse adelante con la idea de consultar a los venezolanos sobre quién habrá de asumir el nuevo liderazgo de la oposición? De ninguna manera. Lo que tiene que hacerse es redefinir las estrategias, ante la nueva arremetida dictatorial. Deben utilizarse tecnologías apropiadas y seguras que no puedan ser hackeadas (interferidas) por el régimen. Se trata de un forcejeo tecnológico, para lo cual es necesario contar con las herramientas adecuadas y las tenemos. La tecnología cubana/china no es más avanzada que la tecnología canadiense/americana. Esa pelea es muy fácil ganarla.
La Tecnología Social SAI y un equipo de profesionales y técnicos altamente capacitados están preparados para asumir el reto de realizar ese proceso electoral, en el cual puedan votar los 4 millones de venezolanos, hoy en la diáspora. En una reciente experiencia, en donde participaron más de 22 mil venezolanos, dentro y fuera del país, en vivo y bajo la coordinación del conocido influencer Norbey Marín (Hasta Que Caiga La Tiranía, canal de YouTube), se demostró tanto el poder como la versatilidad de la herramienta tecnológica que hemos puesto a disposición de la Comisión Nacional de Primaria. El ejercicio se hizo con una representación de los venezolanos que se encuentran viviendo en más de 60 países del mundo (incluyendo Venezuela) y validando sus datos contra el registro electoral del CNE (2018). Se trata de la única experiencia de ese tipo jamás antes realizada, entre compatriotas, y garantizando la seguridad de la información.
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