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1940-1950: La cebuizacion de Venezuela | por Otto Gómez Pernía

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Década 1940-1950: Estableciendo un rumbo

La política migratoria en Venezuela desde su nacimiento como república independiente en el siglo XIX hasta las primeras décadas del siglo XX se sustentó en la aplicación de una serie de medidas y normativas gubernamentales que fueron concebidas para captar inmigrantes en el extranjero con el objetivo de fomentar la colonización agraria. Con la intención clara de hacer más atractiva esta política inmigratoria, se contemplaron ofrecer varios incentivos como fue el otorgamiento a los inmigrantes de las llamadas cartas de naturaleza o nacionalidad, exenciones para el servicio militar y el ofrecimiento de tierras baldías para el cultivo con sus respectivos títulos de propiedad. Después del hallazgo de los ricos yacimientos de petróleo en Venezuela a principios del siglo XX hasta la década de 1940, la agricultura había declinado rápidamente, y con el comienzo del desarrollo industrial a gran escala en la década de 1940, la agricultura y la reforma agraria se comenzaron a descuidar de manera reiterada por parte de cada uno de los gobiernos de turno. No obstante la desatención que padecía el sector agropecuario, la bonanza petrolera y el crecimiento que la acompañaba hizo a las décadas de los treinta, cuarenta y cincuenta en Venezuela un auténtico paraíso para los inmigrantes europeos que venían de sufrir los rigores y estertores de la guerra en Europa. Muchos de ellos, provenientes de familias que trabajaban en el campo en sus países de origen, encontraron en Venezuela las condiciones ideales para establecerse, formar familia, trabajar y crecer como empresarios.

En el período del posgomecismo (1936-1941) el Estado venezolano asignó una nueva significación a los derechos laborales y a las campañas masivas de carácter sanitario. Entre 1945 y 1948 se observó un mejor escenario para la economía venezolana, gracias al impulso que se le comenzó a dar a las actividades agrícolas e industriales. La limitante residía en que prácticamente toda la base económica de la nación se apoyaba en el sistema monoproductor, por lo que no se daban las condiciones adecuadas para que se produjera la diversificación económica. La Segunda Guerra Mundial, al limitar drásticamente el comercio internacional, favoreció los inicios de una industria moderna y al mismo tiempo planteó la necesidad de racionalizar el aparato productivo agrícola. Es dentro de ese contexto que el 20 de septiembre de 1945 se promulgó, durante el gobierno de Isaías Medina Angarita, la primera Ley de Reforma Agraria la cual estaba orientada a inducir cambios sociales al promover la redistribución de la tierra para incorporarla al proceso productivo del país. Los resultados esperados no llegaron a ocurrir a causa del golpe de estado que se produjo el 18 de octubre del mismo año. Los sectores más importantes de la producción, al margen del petróleo, fueron la actividad agrícola y la ganadera, las cuales ya comenzaban a generar buenas entradas económicas. El sector ganadero en todo este período de transición se condujo, dentro de los altibajos de la producción, en niveles más o menos aceptables. La ganadería se mantuvo en los tres millones y medio de cabezas de ganado, suficientes para atender la demanda interna del mercado nacional y la del exterior.
La llegada del petróleo trajo, de un modo u otro, una marcada mejoría en la economía venezolana; sin embargo, la mala administración de los recursos agropecuarios y agrícolas llevó a monopolizar nuestra economía continuando el petróleo prácticamente como la única fuente de ingreso, desaprovechándose, consecuentemente, la capacidad agrícola y pecuaria con que contaba el país, por lo cual no acabó siendo de mucha ayuda para la economía venezolana.
Durante la década de los cuarenta el Ministerio de Agricultura y Cría (MAC), a través de su Dirección de Ganadería, organizó y distribuyó por todo el país hatos modelos como el de Achaguas en el estado Apure, además de campos ganaderos y estaciones experimentales de zootecnia en los estados Bolívar y Cojedes, instalándose, en este último, el primer establo moderno de la región. Se inició formalmente la introducción tanto del ganado cebú, como de algunas razas europeas, en reemplazo del ganado criollo, y del pastizal introducido en sustitución del natural que, junto a las innovaciones en tecnología, impulsaron decisivamente la productividad de los rebaños. Durante los años 1946, 1948 y 1950, se hicieron importaciones (doscientos treinta y ocho toros y doscientas cincuenta y seis vacas) de cebú de Brasil.(15, pp. 342)
En paralelo con el proceso de absorción que se comenzó a gestar en la inmensa región del Llano venezolano, en otras localidades ocurrieron algunas experiencias de mezclas raciales con bovinos muy interesantes que produjeron animales compuestos*, algunos de los cuales llegaron a obtener incluso denominaciones precisas. Tal fue el caso de don Miguel Ron, en su hacienda Ocampo en el distrito Guaicaipuro, en las inmediaciones de Los Teques. Ron realizó exitosamente cruces con el holstein caraqueño que ya se estaba produciendo en ese momento en la hacienda Blandín en Caracas con cebú importado de Trinidad, con la idea de crear un tipo de ganado que pudiera dar origen a una raza que estuviera adaptada al medio venezolano y que se conoció como HZC (½ holstein friesian más ¼ cebú o zebú más ¼ criollo) donde se podían ver claramente, como acertadamente lo dijo el Dr. Walter Dubuc, los efectos de la cebuización. El reconocido genetista norteamericano Albert Oliver Rhoad, recomendó su conservación «cueste lo que cueste» por considerar que era «una obra sobresaliente muy adelantada, con buenas posibilidades futuras y sería una contribución permanente a la ganadería tropical, que llamaría la atención del mundo». Lamentablemente, el HZC que se llegó a exportar a México, para el momento en que el MAC mostró interés para realizar un ordenamiento zootécnico, ya el proyecto había fracasado, el rebaño se había dispersado en las haciendas vecinas y no quedaba ningún ejemplar notable. *El compuesto es un ganado comercial que es obtenido por cruzamiento de tres, cuatro o más razas. También se les denomina «razas sintéticas multirraciales». En la formación de poblaciones compuestas la composición genética deseada se logra con el empleo de toros híbridos sobre rodeos de vacas híbridas o puras.
Nuestro relato lo iniciaremos en el año 1940, cuando el ganadero venezolano José Antonio Chapellín Liendo, buscando mejorar un rebaño lechero que tenía en su hato Barrancón, ubicado en la zona de Villa de Cura, en el estado Aragua, adquirió un toro de la raza holstein friesian de la cría de Enrique Eraso y uno cebú. Con estos reproductores, Chapellín comenzó a cruzar sus vacas utilizando el criterio de que la vaca negra o pintada se servía con el toro cebú para mejorar la adaptabilidad y la vaca con rasgos cebuínos o criollos se servía con el toro holstein, creando así un ganado de tipo lechero, rústico y pesado. En 1950, Chapellín adquirió otro toro cebú, esta vez era un toro gyr puro procedente de Brasil, que había sido importado por el MAC con el que reemplazó a los toros cebú que tenía sirviendo a las vacas. Ese nuevo cruce terminó siendo un éxito porque los hijos del toro gyr, que nacían con las orejas largas características de la raza, hizo creer a los compradores que estos eran más puros, por lo que muchos criadores del Llano iban a comprar toretes mejoradores a Barrancón, absolutamente convencidos de esto.
En 1962, el hijo mayor de Chapellín, José Antonio, empezó a ayudarlo en el hato, y cuando su otro hijo, Jesús Alberto, regresó de estudiar de los Estados Unidos en 1967, ya con su padre enfermo, ambos comenzaron a tomar las riendas de la operación. Fue precisamente Jesús Alberto, junto con su cuñado, Alfredo Fonseca Buffet, quien realizó varios viajes a Brasil y un viaje a la India para buscar genética pura cebú, lo que acabó dándole un vuelco a la ganadería de los Chapellín. Por cierto que los animales que seleccionaron durante la visita a la India, por razones de protocolos sanitarios, no se los pudieron traer y fueron aprovechados por Brasil. En 1971, se adquirió el primer toro guzerá puro, procedente del centro de recría del MAC en Barinas y así fue como Barrancón empezó con el rebaño de ganado puro registrado guzerá. A partir de ese momento se comenzaron a adquirir hembras de la raza guzerá o aguzeratadas, algunas de ellas provenientes del hato Cujiito de Paulo Emilio Llamozas y otras tantas de los fundos Los Embalses de Otto Luis Pérez y de La Manga de Víctor Felizola Oraá, todos miembros fundadores de ASOCEBÚ. En esos mismos años, los dos hermanos Chapellín, nuevamente junto con Alfredo Fonseca, crearon en Barrancón la empresa CEVENIA (Centro Venezolano de Inseminación Artificial), la cual llegó a jugar un rol importantísimo dentro del proceso de difusión del cebú en el país del cual hablaremos más adelante en la parte que corresponde a la década de los años setenta.

Las importaciones de animales y semen desde Brasil se continuaron efectuando por espacio de dos décadas hasta que la ganadería Chapellín tuvo que ser mudada, a principios de los noventa, para el estado Guárico. Jesús Alberto Chapellín Liendo se fue para el fundo El Guzerá (Agropecuaria El Hierro) en Calabozo, donde continuó con el centro de recría de guzerá puro; y el hato Güesipo en Parapara en el municipio Juan Germán Roscio, que había originalmente sido adquirido por los hermanos Chapellín junto con Alfredo Fonseca, le fue cedido a su hermano José Antonio. En 1993, Jesús Alberto Chapellín fue distinguido como Cebuista del Año, recibiendo el premio Paulo Llamozas González por la extraordinaria labor desplegada a favor del cebú y de su promoción en el país.
En la Agropecuaria El Hierro, Jesús Alberto Chapellín, junto con su hijo Gustavo Chapellín García, comenzó a emplear semen de toros de la raza braunvieh para inseminar vacas guzerá y obtener animales F1 doble propósito, muy apropiados para el Llano. Desde entonces, han continuado desarrollando su ganadería guzerá doble propósito, echando mano a la tecnología de punta disponible y, cuando se realizó la investigación para este libro, estaban produciendo embriones con novillas élite guzerá importadas de Brasil.
La entrada del ganado brahman en Venezuela comenzó a realizarse tempranamente de una manera constante, tal como lo relata Rafael Salom en su manuscrito: «Durante el resto de los años cuarenta, y bajo la tutela de las disposiciones sanitarias, fue posible mantener el flujo de reproductores cebú brahman provenientes de Norteamérica, y en los años cincuenta, hasta finales de 1957, es decir, durante casi todo el régimen del general Marcos Pérez Jiménez, mensualmente ingresaban al país decenas de reproductores brahman, proporcionalmente ya más hembras que machos, que contribuyeron a establecer los numerosos centros de recría o de producción animal con que hoy cuenta el país». Y sigue: «Fueron tan continuas y numerosas las importaciones que, para mediados de los años sesenta, de acuerdo con cifras de la ABBA, si mal no recuerdo, Venezuela era el país que más ganado brahman había importado».
Pasando al estado Apure, en el hato Los Ranchos que se encuentra ubicado en el distrito Muñoz, cercano a la población de San Vicente, un recordado ganadero apureño llamado Luis Eloy Vidal fundó en los años cuarenta un visionario centro de recría, probablemente el primero que se montó en esa región del Apure medio, y que armó con una importación de vacas brahman que le compró a J. D. Hudgins en Texas. Recuerda Pedro Luis Concha que cuando llegaron esas primeras vacas texanas a Barinas en plena temporada de lluvias, no había forma de pasarlas por el río Apure por estar este crecido, por lo que Manuel Felipe Concha le ofreció a Vidal la opción de que las dejara temporalmente en su hato La Candelaria mientras bajaban las aguas. Cuando finalmente pudieron pasar las vacas hasta la otra banda del Apure, Vidal le dejó como agradecimiento por su ayuda a Concha un par de becerros pintados que habían nacido de esas vacas en La Candelaria, hijos seguramente de algún toro hereford texano. De ahí en adelante las vacas criollas «concheras» estuvieron pariendo, durante un buen tiempo, unos becerros acebuados con el característico pelaje de tonalidades rojas del hereford al que los llaneros llaman «barsino». El nombre de Luis Eloy Vidal aparece incluido en el primer directorio de ASOCEBÚ que salió publicado en 1960 en la revista de la asociación.
Con la introducción del ganado cebú en el Llano se comenzó a mestizar el ganado criollo, obteniéndose un gran provecho con el vigor híbrido, ya que se alcanzaban mejores rendimientos por el cruce entre razas. Fue una etapa de crecimiento permanente en todos los ámbitos a nivel nacional, ya que coincidía con una serie de eventos que acabarían siendo determinantes. En 1940, en el paraninfo de la Universidad Central de Venezuela, se recibieron los integrantes de la primera promoción de médicos veterinarios que se graduaron en el país. Posteriormente se sumarían las Facultades y Escuelas de Ciencias y/o Medicina Veterinaria de la Universidad del Zulia (LUZ), la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado (UCLA), la Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM), la Universidad Experimental Francisco de Miranda (USF) y la Universidad Experimental Nacional Rómulo Gallegos (UNERG).
No todo estaba ocurriendo en el occidente del país. En el oriente, en 1940, Francisco Belisario importó ocho toros anelorados de Trinidad, y en 1946, veinticinco novillas y diez toros brahman desde Texas, fundando el primer centro de recría de ganado brahman en Barrancas en el distrito Sotillo del estado Monagas, llamado hato Santa Clara.(18) Este hato aparece registrado como socio en el primer directorio de la recién creada ASOCEBÚ en 1960, y años más tarde, sería adquirido por los ingleses de AGROFLORA para desarrollar los búfalos de agua.
Como vemos, la inquietud que comenzó a despertar el cebú entre los ganaderos no se restringió a ninguna región en específico sino, por el contrario, se comenzaban a fundar centros de recría en diferentes sitios del país, tanto oficiales como privados, lo que sugería una clara determinación a sacar adelante la transformación de la ganadería.

El cebú en Venezuela, Otto Gómez Pernía, Otto Gómez Editor, Editorial Arte, Caracas 2021

Imagen: Un arreo de un rebaño de ganado criollo circa 1950. La foto acompañaba a éste artículo de Otto Gómez Pernía, hijo del Dr Otto Lima Gómez.