Piar nació en la ciudad de Willemstad y recibió las aguas bautismales con el nombre de Manuel María Francisco, hijo de María Isabel Gómez y de Fernando Piar Lottyn. Manuel por su abuelo materno, María por su madre y Francisco por haber nacido ( probablemente) el 2 de abril, día de San Francisco de Paula. El bautizo tuvo lugar el 28 de abril de 1774 en la iglesia Santa Ana de Curazao y sirvieron de padrinos el reverendo padre Juan Antonio de Aquino y Juana Paulina Gómez.
El acta o fe de bautismo, escrita en latín, y la cual se halla en el Archivo Nacional de Holanda, en los libros de bautismos referentes a Curazao, Aruba y Bonaire, año 1774, fue hallada por el padre franciscano holandés William Brada.
El segundo nombre Carlos, con el cual la posteridad a veces lo señala, solo aparece usado inexplicablemente en un momento solemne de su vida, cual fue el de su matrimonio con María Martha Boom, celebrado a la edad de 24 años en el castillo de Amsterdam ( Curazao) el 8 de abril de 1798. de esa unión nació María Elizabeta, nacida el 16 de diciembre de 1798, según partida de bautizo extendida el 6 de abril de 1817 por Jak Muller, presidente de la parroquia luterana. Ni antes ni después aparece Piar con el nombre de Carlos.
El primer contacto de Piar con Venezuela fue por el puerto de La Guaira, a la edad de diez años, cuando lo trajo su madre, quién se residencio allí no solo para servirle de puente a su marido en los negocios, sino buscando mejores perspectivas para su oficio de partera.
En la Guaira, con las limitaciones impuestas por la sociedad colonial a quienes no eran blancos puros, Manuel Piar termino de educarse y formarse llegando a dominar, además del holandés y el papiamento de su isla natal, el español, el francés y el inglés.
Piar podía fácilmente pasar por blanco porque su padre en realidad lo era y había heredado marcadamente sus características genéticas, incluyendo modales, el color blanco de su piel y los ojos azules. De allí que muchos no creyesen que su madre fuese parda o mulata y dieran pabulo a la versión según la cual Piar descendía de padre y madre aristócratas.
Piar de lleno en el combate
Gracias al oficio de su madre María Isabel, quien asistió como partera a doña Josefa Joaquina Sánchez Bastidas en los partos de sus hijos Prudencio España y José María España. Este último José María España quien fuera su amigo a igual que su paisano Manuel Gual, quienes sembraron en él, el conocimiento y las ideas revolucionarias, lo cierto es que Gual y España en conexión con jóvenes pardos, esclavos y exiliados políticos hispanos entre quiénes sobresalía Juan Bautista Picornell, concibieron un proyecto militar para asumir el poder luego que depusieran a las autoridades reales de la Capitanía General de Venezuela pero los planes fracasaron y la persecución y las detenciones se desataron. Pero muchos comprometidos con el proyecto como Piar embarcaron clandestinamente hacia las Antillas en julio de 1797.
De nuevo en su isla y prácticamente extrañado de la Guaira por los sucesos de 1797, acompaña a su padre en algunos viajes por las islas neerlandesas y en 1804 se alista como miliciano de la Guardia Nacional que en Curazao combatió contra los ingleses empeñados en la conquista de las colonias holandesas. De aquí pasa a Haití, envuelta en una guerra de independencia comandada por el general Dessalines. El comando revolucionario lo pone al frente de un buque de guerra, el cual coadyuvo en un frente contra las tropas francesas del general Leclerc enviado por Napoleón luego que el negro Toussaint Louverture termino apoderándose de la isla.
Pero su carrera militar en firme la inicia en Venezuela después de los sucesos del 19 de abril de 1810, ya declarada la independencia, cuando acude a ponerse a la orden del proceso revolucionario venezolano. Entonces, en calidad de alférez de fragata, es destinado al apostadero de Puerto Cabello, pero solo llego hasta Borburata, justo cuando los españoles, presos en el castillo de aquella plaza, se sublevaron y apoderaron de ella. En seguida se dirigió a la Provincia de Cumaná y Barcelona dónde unido con el coronel Bernaldo Bermúdez y auxiliado por el señor Manuel de Freites, siguió sirviendo con el carácter de jefe al mando de una lancha cañonera que luego pasará a formar parte de la escuadra destacada para recuperar a la Provincia de Guayana que tras respaldar el 11 de mayo de 1810 a la Junta Suprema de Caracas había sido objeto de un golpe contrarrevolucionario por parte del jefe de la guarnición coronel Matías Farreras , quién termino restaurando las relaciones de obediencia a la Regencia peninsular.
Manuel Piar participó en 24 acciones de guerra y sólo igualó en una de ellas, en contra del español asturiano José Tomás Boves en el sitio de El Salado en octubre de 1814. Fue héroe de las batallas de El Juncal (1816) y San Félix (1817) que prácticamente liberó toda Guayana, y fue él quien en Angostura creó la base de retaguardia de vital importancia para los éxitos de 1819 e invitó a establecerse en ella al Libertador.
Existe la creencia de que, aunque Piar anhelaba la independencia, también deseaba el poder y el derecho político y social de los mestizos, denigrados por el sistema colonial y cuya situación aparentemente no cambiaría con la hipotética derrota de los realistas. Así que decidió conspirar contra Bolívar y su ejército, dirigido por casi todos los blancos de la oligarquía mantuana de Caracas, con el fin de promover una guerra de castas. Sin embargo, algunos autores han aducido la posibilidad de que la Conquista de Piar en Guayana, y sus innumerables victorias en el campo de batalla, aunado al aprecio de sus subalternos, crearan ciertos recelos y asperezas en Simón Bolívar, quien probablemente terminó conspirando con otros próceres para enjuiciarle y fusilarlo por supuesta traición a la patria.
En 1817 fue capturado en Aragua de Maturín por el general Manuel Cedeño, llevado a juicio según el Decreto de Conspiradores de agosto de 1813 y condenado a muerte el 16 de octubre de 1817 en Angostura (actual Ciudad Bolívar) por los delitos de insubordinación, deserción, sedición y conspiración, siendo presidente del Consejo de Guerra su paisano el almirante Luis Brion y el Fiscal Carlos Soublette. El capitán Fernando Galindo, quien era su enconado enemigo, fue escogido, sin embargo, por el reo como su defensor, logrando éste que se desestimasen los cargos de insubordinación y deserción.
Sobre su fusilamiento se conocen los cargos del juicio, pero no se sabe si los motivos fueron justificados o personales, debido al odio irreconciliable de sus acusadores hacia él. Se creía que ese odio se debía por lo buen soldado y guerrero que expulsó a los españoles que ocupaba el sur del Orinoco.
Decía Bolívar en su manifiesto explicativo del 5 de agosto, “el general Piar ha formado una conjuración destructora del sistema de igualdad, libertad e independencia”, por lo que decide conjurar definitivamente un riesgo tan inminente e inmenso. Aunque trató de arrastrar a Mariño, para que le secundara, Piar se quedó solo. Detenido por Cedeño, fue trasladado a Angostura, donde tras ser juzgado en Consejo de Guerra presidido por su coterráneo el almirante Luis Brion, fue pasado por las armas el 16 de octubre de 1817.
Eran la 4 y 40 pm aproximadamente cuando el General Piar soberbio y firme en sus propósitos terrenales, oyendo al pie de la Bandera del Batallón de Honor oyó nuevamente la sentencia a muerte. Saludó a la bandera y se sentó en el banquillo de los condenados, abriéndose la esclavina exigiendo a sus ejecutores que apuntasen bien a su corazón que a pecho desnudo y sin la venda en sus ojos,; exclamando una vez más el grito de la libertad. ¡¡¡ Viva la Patria!!!!, cayendo su cuerpo destrozado por la descarga de polvora y conducido a destino incierto y desconocido para la historia.
Al General Piar le fue negada la cristiana sepultura, no fue a campo santo como lo establece para los católicos confesos El Sacramental de Las Exequias del Ritual Romano del Papa Pablo V publicado en 1.614 y vigente hasta el Concilio Vaticano II de 1962 y en razón de ello La Iglesia Catolica de Angostura en 1817 y ante la muerte trágica de nuestro Libertador de Guayana Manuel Piar explica la inexistencia de los documentos de actas de defunción y certificaciones que indique el destino de sus restos mortales.