Irrumpió en redes sociales sin proponérselo con algunas acertadas palabras dirigidas a Nicolás Maduro. La profesora Elsa Castillo es mucho más que un fenómeno viral: es un ejemplo de docencia y lucha
primeras protestas contra el régimen de Hugo Chávez se dieron en el campo de la educación, cuando un grupo -mayoritariamente formado por clase media- salió a protestar y a exigir al presidente “con mis hijos no te metas”. ¿Será tal vez que las últimas protestas también tendrán como escenario el educativo?… Una profesora, Elsa Castillo, se ha convertido en la adalid por las reivindicaciones de los docentes. Su voz resuena en toda Venezuela con el lema del Padre Velaz, fundador de Fe y Alegría: “La educación de los pobres no tiene por qué ser una pobre educación”. Valiente, clara, contundente en sus afirmaciones. Una líder nata que inspira respeto y admiración, que cree en la meritocracia, en la exigencia y en el derecho de todos a tener una educación de calidad.
Su posición firme le ha valido, según sus propias comunicaciones en las redes sociales, el estar no solo vigilada, sino perseguida por por el Sebin y la PNB. Y en Venezuela sabemos hasta dónde puede llegar eso. Pero ni siquiera ese hecho ha amilanado a la vocera de la Coalición Sindical Nacional. Todo lo contrario, sigue denunciando que los trabajadores del sector educativo son víctimas de hostigamiento y amenazas por sus protestas para exigir mejores beneficios salariales.
La profesora Castillo estudió toda su carrera en instituciones públicas, de allí su convicción de que en Venezuela se puede lograr un grado universitario así. Ella es el mejor ejemplo de ello: cursó estudios iniciales en la escuela Manuel Díaz Rodríguez y luego en el liceo Teresa Carreño. Posteriormente, en el parasistema nocturno «Creación Suroeste» obtuvo el título de Bachiller en Ciencias. Trabajó entonces como instructora en el INCE (años 1979-1980) y en el Instituto Nacional del Menor (año 1981). También fue instructora de educación física y recreación en el YMCA de La Castellana de niños de edad preescolar. Esa fue la experiencia que terminó por consolidar el hecho de que, efectivamente, lo suyo era educar.
De allí salió al Instituto Pedagógico de Caracas (UPEL), donde estudió Educación e hizo su postgrado en la Universidad Santa María. Ya graduada, y antes de ingresar al Ministerio de Educación, trabajó en el colegio Nuestra Madre, en el colegio Sigma y en el José Félix Ribas. Corrían los años 1986, 1987 y 1988. De 1988 a 1992 se fue al liceo Martín Tovar Ponte, donde comenzó su largo periplo por la educación pública. Trabajó en el liceo José de Las Llamozas entre 1992 y 1995, en el Pedro Fontes entre 1992 y 2001, y en el liceo Juan Rodríguez Suárez, desde 1996 hasta su jubilación en 2015.
Su trabajo abarcó todos los subniveles de educación, desde preescolar, pasando por primaria y secundaria y, en materia de educación superior, ha asesorado en Metodología de la Investigación a estudiantes tesistas en diversas carreras. Fue directora y coordinadora de Control de Estudios en el liceo Juan Rodríguez Suárez. Alguien tan meritorio y tan inquieto como ella, por supuesto, cuenta además con actualizaciones y diplomados del Pedagógico y de la Universidad Católica.
Cuenta que escogió Educación porque toca la fibra humana: “La manera más hermosa que tenemos para retribuir a la vida lo que ha hecho por nosotros, es enseñar niños y ayudarlos a crecer, a madurar con amor, con muchísimo cariño. Es una carrera muy, muy grata por el amor y el cariño que los niños y los adolescentes les dan a sus docentes. De verdad que no tiene precio”. Está convencida de que ni los políticos, ni quienes administran, conocen el hecho educativo, porque si lo conocieran lo respetarían mucho y lo respaldarían.
-¿Creyó usted alguna vez en el proyecto educativo de Hugo Chávez? ¿Qué rescataría y qué desecharía?
-El extinto presidente Hugo Chávez realizó un programa de misiones el cual fue ubicado de forma paralela al sistema educativo ya existente; ese proyecto parecía ser apoyo del primero. Yo rescataría el ánimo que fue capaz de imprimir a todos los ciudadanos venezolanos, sobre todos aquellos de avanzada edad que se sintieron entusiasmados a estudiar; rescataría también la alfabetización, pero no a través del proceso de la Misión Robinson: lo utilizaría en una manera más actualizada y creo que el país debería tener -periódicamente- procesos de alfabetización sin proselitismo político partidario. El mismo criterio que debe aplicarse en las universidades nuevas, cuyo perfil ha sido viciado con este flagelo del proselitismo político partidario.
–¿En qué se diferencia el proyecto educativo -si es que existe- de Nicolás Maduro?
-Yo no veo que exista un proyecto educativo proveniente de la administración del señor Nicolás Maduro, solo observo que existen algunas medidas que vienen deteriorando más y más al sistema educativo ya existente, fundamentalmente en aquellos aspectos que pertenecían al sistema educativo antes del gobierno de Chávez.
De la “Colección Bolivariana” yo realizaría una revisión minuciosa libro a libro, porque resulta que sí conviene que el Estado le ofrezca a aquellos estudiantes de pocos recursos los libros, pero no conviene que esos libros tengan errores y horrores de forma, fondo y contenido, y además presenten allí una serie de valores y promoción de ideologías que son contrarias a nuestra idiosincrasia, a nuestras costumbres y a nuestra legislación.
-Usted fue muy enfática al enviarle un mensaje a Nicolás Maduro y el video se hizo viral. ¿Le agregaría algo a lo que dijo? ¿Le quitaría algo?
– No le quitaría nada al mensaje que emití, ni le agregaría nada. Porque justo en ese momento, ese mensaje me salió del corazón, no fue premeditado… Por eso ni le quito, ni le pongo, exactamente dije y reitero: «la educación de los pobres no debe ser una pobre educación».
-La educación en Venezuela está siendo asesinada lentamente. ¿No cree usted que es un plan perverso del régimen? Es más fácil dominar a los ignorantes.
-No puedo asegurar que sea un plan perverso y premeditado. Lo que sí puedo asegurar es que, efectivamente, le está causando muchísimo daño a nuestra población y por ende a nuestro país, porque estamos emitiendo certificados y títulos vacíos de contenido. Tenemos entonces niños de sexto grado que no saben leer y escribir; tenemos bachilleres que no tienen las competencias que debe tener un bachiller. Estamos formando analfabetas funcionales, porque estas personas no van a poder triunfar en la universidad; lo que han dejado de aprender les va a generar un daño enorme. Los docentes lo sabemos y, lastimosamente, algunos padres y representantes se conforman con una calificación aprobatoria.
Yo les quiero recordar a esos padres y representantes que los niños van a la escuela y al liceo no solo a recibir al final del grado una certificación que compruebe que ellos aprobaron: ellos asisten para mucho más que eso, van a aprender y lo que ellos aprendan va a determinar su futuro, porque no es igual un niño que triunfa aprendiendo, al niño que no aprende, que no activa su pensamiento crítico, que no es capaz de discurrir en la razón, que no es capaz de utilizar el análisis. Nosotros no podemos tener analfabetas funcionales producto de un sistema educativo que cada día va como la piel de zapa, disminuyendo en tamaño y en calidad.
-Si le pidieran dar soluciones al problemón educativo que tenemos, ¿qué diría?
-Yo diría que debemos volver a los valores, debemos regresar a los principios, por esa población estudiantil que no puede seguir siendo utilizada como un simple número estadístico por cantidad de niños que fueron a estudiar, por cantidad de aprobados y nos damos un aplauso.
¡No, señor! Debe ser una búsqueda por la meritocracia, aunque haya personas a quienes ese término les haga ruido. Sí, la meritocracia: debemos darles educación de calidad con educadores de verdad y no con chamba juvenil, debemos promover y rescatar todo lo que era bueno y se perdió y debemos eliminar todo lo de mala calidad, porque nuestros niños y adolescentes se lo merecen. Un buen libro, una buena biblioteca en cada institución educativa, un wi-fi para cada una institución educativa y probablemente retomar «la Canaimita», aquel plan de Chávez sí lo rescataría, pero después de resolver el problema salarial y alimenticio.
Es necesario restituir el estado de derecho en materia laboral. Quien trabaja en la docencia debe ser realmente objeto del beneficio contemplado en el artículo 104, en concordancia con el 91 de la Constitución, debe obtener un salario acorde con la elevada misión que realiza.
-¿Qué la mueve a seguir adelante, cuando todos sabemos que un docente no puede subsistir con lo que gana?
-Me mueve mi gentilicio, mi país, mi nación, lo mío, mi familia, mi profesión y carrera, los niños y adolescentes de Venezuela, mis colegas, sus padres y representantes, en fin, todo el pueblo venezolano, mi religión, Jesús Nuestro Señor y mil cosas más.
El Estimulo