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800 muertos en las calles dejó Batalla de Ciudad Bolívar que acabó con el caudillismo del siglo XIX. Por José Laurencio Silva Olivares

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La Batalla de Ciudad Bolívar, de tres días de duración, entre el 19 y 21 julio de 1903, hace 119 años, aplastó para siempre en el país la insurrección caudillesca de la llamada Revolución Libertadora.

Aureo Yépez Castillo y Ermila de Veracochea en Historia de Venezuela (1992) sostienen que ese conflicto constituyó el episodio final de una rebelión de caudillos regionales de la nación que intentaron derrocar al gobierno liberal de Cipriano Castro, llamado El Restaurador y apodado El Cabito por el abogado y escritor Pio Gil. Inició su gobierno el 19 de octubre de 1899 bajo la consigna: Nuevos hombres, Nuevos ideales, Nuevos Procedimientos.

Asumió el poder después que Ignacio Andrade abandonó su cargo de Presidente de la República. Castro fue el primer presidente de facto en el país. Ello se produce después de su triunfo con la Revolución Liberal Restauradora en 1899. También es denominada Invasión de los Sesenta por el número de hombres con los que se inicia el movimiento, encabezado por Castro y otros exiliados políticos venezolanos en Colombia. Con este grupo comenzó el periodo de los andinos en el poder. La revolución, liderada por Castro, significó la desaparición de la red caudillista de la estructura del Estado Nacional. Es sustituida por el ejército nacional. Esta institución militar pasó a ser uno de los pilares fundamentales del nuevo Estado que se consolidó bajo el gomecismo (1908-1935). Alberto Arias Amaro en Historia de Venezuela (2014) afirma que con el final de la Libertadora se liquidó el “famoso caudillaje histórico” en Venezuela y “el expediente de nuestras guerras civiles”. Durante esta fracasada revolución (1901-1903) se libraron unas 150 batallas, incluyendo la fallida invasión anticastrista del médico y parlamentario tachirense Carlos Rangel Garbiras desde Colombia el 25 de enero de 1901. Tuvo que exilarse en Cúcuta. Pero en 1909 fue ministro de Gómez. “Cipriano Castro emprendió su revolución liberal restauradora el 23 de mayo de 1899.

Durante los siguientes 153 días participó en 42 combates, donde 3 mil 500 personas perdieron la vida. Marchó a través de medio país montado sobre su mula Bandola”, afirman William Sullivan, estadounidense, doctor en historia y Héctor Pérez Marchelli, historiador, lingüista, investigador, profesor jubilado de la Universidad de los Andes, en un ensayo de ambos investigadores titulado La Batalla Final: Ciudad Bolivar (1903), publicado en el Boletín 389 de la Academia Nacional de la Historia (2015). El vencedor en el conflicto fue el general Juan Vicente Gómez, ministro de guerra de Castro, financista de la Revolución Liberal Restauradora. Estuvo al frente de las tropas castristas de agua y tierra para la batalla. El 13 de julio implantó el bloqueo naval a Ciudad Bolívar. Es el segundo en la historia contemporánea de la capital guayanesa. El primero se registró el 28 de junio de 1902 cuando el presidente Castro ordenó el bloqueo de los puertos de Ciudad Bolívar a consecuencia de su ocupación por fuerzas facciosas. La flota bloqueadora del 13 de julio, al mando del capitán de navío Román Delgado Chalbaud, comandante de la armada, la integraron los buques de guerra Restaurador, Bolívar, Zamora y el cañonero Miranda. Entre los tres barcos estaban distribuidos más de tres mil hombres armados. Ante el inminente conflicto, se declararon en emergencia personajes de la ciudad, representativos de la elite económica y comercial y de otros sectores. Entre ellos figuraron el obispo Antonio Maria Duran, Luis Brockman, cónsul de Alemania; y Jesús Henderson, agente consular de los Estados Unidos. Formaron parte de la comisión que se entrevistó con el general Gómez para evitar el derramamiento de sangre. El 15 de julio el general Nicolás Rolando, jefe militar de la ciudad, considerado en ese entonces como uno de los más importantes caudillos con prestigio y poder efectivo en el oriente del país y líder de la oposición, envió un telegrama al presidente Castro para plantear la posibilidad su capitulación como una solución pacífica.

Pero el mandatario ordenó a Gómez exigir la rendición del enemigo a cambio de conceder garantías a jefes, oficiales y soldados. Quedo excluido el general Ramón Cecilio Farreras, otro de los jefes de la sublevación derrotada, quien sería sometido a juicio ordinario por el delito de alta traición. Cuando Farreras era coronel asaltó a las 11:00 de la noche del 23 de mayo de 1902 el Capitolio. Se apoderó del arsenal federal de 3 mil rifles. 800 mil balas. Cuatro cañones de fuego rápido. Su plan era asesinar al comandante de armas Ovidio Salas Briceño y persuadir al presidente del estado, Julio Sarria, a rendir sus armas y marcharse de Ciudad Bolívar. En el alzamiento hubo 22 muertos y 36 heridos. El 16 de julio llegaron a la ciudad sendas embarcaciones militares extranjeras. Una de los Estados Unidos. La otra de Francia. Alegaron que vinieron para proteger a ciudadanos norteamericanos y franceses residenciados en la capital bolivarense. A las 4:00 de la madrugada del 19 de julio Gómez ordenó a las divisiones Araujo y Vanguardia, al mando de los generales Manuel Araujo y Eustoquio Gómez, respectivamente, desembarcar más de tres mil soldados para el asalto de la ciudad sitiada, que tenía para esa fecha una población de 14 mil almas. Los soldados dispararon desde tierra sus fusiles en las calles. Los buques maniobraron a discreción en el Orinoco para bombardear la capital guayanesa con cargas de artillería que destruyeron las baterías de las tropas de la revolución Libertadora. Según Sullivan y Pérez Marchelli ”las defensas de la ciudad estaban bien planificadas. Había barricadas en las calles. La mayoría de las casas estaban fortificadas. Se colocaron diestros francotiradores sobre los techos. Justo antes del ataque, Farreras abrió el dique y anegó las tierras bajas y las viviendas de los pobres en el sector este”, de la capital de la antigua Angostura del Orinoco. Sufrieron severos años diferentes casonas del Paseo Orinoco. Igualmente la Catedral, la Casa del Congreso de Angostura y otros inmuebles del cuadrilátero histórico. El combate fue recio y sangriento en los frentes urbanos de La Alameda. La Aduana. Santa Lucia. La Piedra del Chivo. El Dique. Santa Ana. Mango Asao. San Isidro.Cerro La Esperanza. El Obelisco. El Convento. El Cementerio. Cerro El Zamuro. El cuartel de El Capitolio fue el último baluarte de lucha y resistencia en entregarse.

El general Rolando fue capturado junto a su estado mayor el 21 de julio. Hubo 88 coroneles capturados. 33 comandantes. 24 capitanes. Nueve médicos militares. También cayó prisionero José Garibaldi, nieto del héroe nacional italiano. El total de prisioneros alcanzó a 248 militares. A otros 800 les concedieron amnistía y fueron liberados. El general Farreras fue atrapado por una comisión militar cuando trató de escapar por uno de los caños del Orinoco. El trágico saldo del combate bélico fue de 800 muertos y numerosos heridos. Pero gente de aquella época aseguró que las bajas fueron mucho mayores que lo reportado oficialmente. Los cadáveres quedaron tirados por varios días en las calles. La descomposición de los cuerpos y la fuerte pestilencia contaminaron el ambiente para amenazar la salud pública de la ciudad. El parque capturado incluyó tres mil 275 fusiles. Cuatro cañones. 200 granadas. Una ametralladora. Seis millones de cartuchos. 528 mil cápsulas y otras armas. Gómez, llamado el Benemérito, anunció, con un telegrama, al presidente Castro la victoria militar en Ciudad Bolívar, la cual obtuvieron sus tropas “después de 50 horas de rudo combatir”, resaltaba en el corto texto el ministro de guerra. Según Arturo Uslar Pietri, la historia de los caudillos y el siglo XIX venezolano termina el año de 1903, “cuando Juan Vicente Gómez cierra, increíblemente, las guerras civiles en Venezuela. Un siglo de caudillismo, de violencia, de mandato personal, de montonera”.

El máximo líder de la Libertadora fue el general y banquero Manuel Antonio Matos, calificado como el hombre más rico de Venezuela de aquella época. Recibió el apoyo financiero de empresas y gobiernos extranjeros para tratar de derrocar a Cipriano Castro, pequeño, delgado, irascible, quisquilloso. Notable bailarín. Gozó en los grandes bailes de gala en Caracas, durante su mandato presidencial. “Brillante táctico militar, hacía gala de una gran valentía en el campo de batalla”, afirman Sullivan y Pérez Marchelli en referencia a las cualidades del gobernante y militar andino. El respaldo financiero fue la singularidad de la Libertadora. ‘Es el único de los movimientos armados que se produjeron en Venezuela en que se combinaron los intereses de los caudillos regionales con los de algunas empresas de capital extranjero que operaban en el país”, afirma la historiadora Inés Guardia Rolando en Nicolás Rolando; El caudillo oriental de Venezuela (1899-1914), ensayo publicado en 2009. Matos organizó un poderoso ejército de unos 14 mil hombres. Pero lo derrotó el propio Castro al frente de 5 mil hombres en La Victoria, Aragua. La batalla es calificada como la más grande de las guerras civiles venezolanas. Duró 21 días, entre el 12 de octubre y el 2 de noviembre de 1902. Hubo tres mil muertos y miles de heridos. El triunfo de Castro se debió a que sus tropas, aunque inferior en número, contaron con recursos bélicos importantes. Recibieron refuerzos de mil hombres al mando de Gómez. Estaban mejor cohesionadas que las de Matos, quien carecía de experiencia suficiente como comandante de campos de batalla. El general Rolando, que enfrentó la revolución de Cipriano Castro dentro de la estructura caudillista, llegó a Ciudad Bolívar para crear el último bastión de la Libertadora, después de participar en la Batalla de la Victoria.

En la gráfica, que ilustra el presente texto informativo, aparecen sentados los compadres Cipriano Castro, a la izquierda y Juan Vicente Gómez, máximos líderes del movimiento Los andinos al poder. El segundo, que era el vice-presidente de la Republica, le dio un golpe de Estado al primero el 19 de diciembre de 1908, después que lo dejo encargado de la Presidencia de la Republica para viajar a Berlín, capital de Alemania, donde lo operaron con éxito de un riñón. Castro no pudo entrar al país, cuando intentó regresar a fin de recuperar el poder. Murió en Santurce, Puerto Rico, el 4 de diciembre de 1924 a la edad de 66 años.

José Laurencio Silva Olivares

Algunos líderes de la revolución, El General Matos sentado al centro, Lino Duarte (derecha), Doctor Santos Dominici (izquierda), Manuel Matos hijo (de pie), Epifanio Acosta (de pie) foto donada por la familia del Dr. Santos Dominici


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