Maru Morales P. @morapin
El nivel de confianza en Juan Guaidó es el más alto en una lista de 19 líderes nacionales: sumando a los que tienen mucha confianza y algo de confianza en él, llega al 27 %; le siguen Nicolás Maduro con 20,6 % y Henrique Capriles con 19,8 %. La disposición a votar entre los opositores aumenta si la oposición liderada por Guaidó llama a votar y se contrae si ese bloque hace lo contrario. El CEPyG-UCAB prevé un escenario de más autocratización para Venezuela en el segundo semestre de 2021.
Caracas. Ningún líder político venezolano de proyección nacional, sea de oposición o de gobierno, alcanza 30 % de confianza de los ciudadanos, de acuerdo a la más reciente investigación presentada por el Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello y la encuestadora Delphos, donde se analiza el panorama de cara a las elecciones regionales del próximo 21 de noviembre.
La medición fue presentada en dos partes (debido a una falla eléctrica nacional) los días 21 y 29 de julio pasados durante el Foro Prospectiva 2021 Semestre II, a cargo del director de Delphos, Félix Seíjas como del director del CEPyG, Benigno Alarcón.
En su presentación virtual de este 29 de julio, Alarcón comenzó por señalar que en sistemas autoritarios como el que existe en Venezuela, las elecciones per se no son un factor determinante para un cambio de régimen hacia la democracia o hacia más autocracia, sino que están acompañadas de muchas variables.
Una elección bajo un modelo autoritario sirve a la democratización, dijo, si logra que la represión sea costosa y contraproducente; que la oposición se una, movilice y gane legitimidad; que el régimen se vuelve más tolerante con la oposición porque aumenta la competitividad. Por el contrario, esa misma elección puede servir a la profundización de la autocracia si hace la represión menos costosa, más fácil de concentrar en la dirigencia opositora (inhabilitación, persecución), o incluso innecesaria por la desmovilización de la gente; y si el régimen puede tolerar a la oposición, pero manteniéndola dividida.
Entre las principales variables que incidirán en el camino que pueda abrirse a partir de las elecciones se encuentran:
- Las condiciones electorales.
- La cohesión entre la Fuerza Armada Nacional y el gobierno de Maduro (que se podría ver afectada por casos como lo ocurrido en Apure o las investigaciones en la Corte Penal Internacional).
- La comunidad internacional (Venezuela no es prioridad en la agenda en medio de la pandemia).
- Movilización con incidencia política (situación en Cuba ha puesto en alerta al gobierno de Maduro).
- Negociación asistida por Noruega (un proceso asimétrico donde la posición del oficialismo es ventajosa).
- Situación de la coalición opositora (debilitada, enfrentada y perseguida).
53 % dice que irá a votar el 21-N
De acuerdo con la encuesta del CEPyG-UCAB/Delphos, la autodefinición política de los venezolanos al día de hoy es la siguiente: chavismo 25,3 % dividido en dos grupos, 9,5 % que se autodefinen como chavista resteado con Maduro y 15,8 % que se considera chavista descontento con Maduro. La oposición suma un 35,9 %, dividida también en dos bloques: oposición que no apoya liderazgo (18,4 %) y oposición que sí apoya liderazgo (17,5 %); y un tercer grupo que alcanza al 38,8 % de la población y tiende a crecer porque se alimenta de las deserciones de los otros dos grupos.
“Este bloque no puede ser considerado ni-ni, porque tienen interés en la política, votan, pero no se sienten representados por ninguno de los grupos”, explicó.
53 % de la población está segura de ir a votar; 22,7 % responde que quizá iría; 12,1 % dice que quizá no iría; 12,3 % responde que seguro no iría. Pero cuando se desglosa esta respuesta según la autodefinición política salta a la vista que mientras 85 % de los chavistas que apoyan a Maduro y 69,8 % de los chavistas no maduristas están seguros de ir a votar el próximo 21 de noviembre; 54,9 % de la oposición que apoya a un liderazgo y 48,8 % de la oposición que no apoya liderazgo dice que votará.
Poder de convocatoria
Los encuestadores plantearon a los entrevistados varios escenarios posibles para determinar la disposición al voto en cada uno de ellos. En un primer escenario, donde todos los factores políticos del país llaman a votar, la disposición a participar de los opositores que no siguen un liderazgo aumenta de 48,8 % a 71,8 %; y la del opositor que sí sigue al liderazgo pasa de 54,9 % a 76,3 %.
Pero en un segundo escenario, en el que Juan Guaidó y el G4 llamen a no votar, la disposición a participar de la oposición que no sigue liderazgo cae a 40 % y la de los que sí siguen liderazgos llega a 56,5 %. Incluso la disposición a votar de los que no se identifican con ningún bloque político baja en este escenario de 39,5 % a 33,2 %.
Y en los otros dos escenarios, uno, donde los partidos que integran la Mesa Nacional de Diálogo llaman a votar pero Guaidó y el G4 llaman a no participar, y otro donde Henrique Capriles llama a votar pero Guaidó y el G4 llaman a no votar, la disposición a participar de la oposición que sigue liderazgo oscila entre 46 % a 50 %; la disposición de la oposición que no sigue liderazgo se mueve entre 40,3 % y 37,5 %; y la disposición de los que no siguen a nadie ni del gobierno ni de la oposición se fija en 30,4 %.
“Esto quiere decir que el hecho de que grupos distintos a Guaidó y al G4 llamen a votar tiene muy poco efecto en la intención de voto de la oposición. Incluso un llamado hecho solo por Capriles tiene poco efecto y sube la intención en apenas 4 %. Esto significa que en el caso de la participación en la elección, la voz que tiene mayor repercusión y fuerza (entre los opositores) es la de Guaidó y los partidos mayoritarios”, explicó.
Nivel de confianza
Con respecto al nivel de confianza de los venezolanos en los líderes políticos de la oposición y del oficialismo, destaca el hecho de que ninguno de los 19 dirigentes nacionales incluidos en la lista supera el 30 % de confianza.
La lista la encabeza Juan Guaidó con 27 % de respaldo entre quienes tienen mucha confianza en él (12,2 %) y algo de confianza (14,8). Le siguen Nicolás Maduro con 20,6 % (12,7 % mucha confianza y 7,9 % algo de confianza); y Henrique Capriles en tercer lugar con 19,8 % (6,5 % + 13,3 %). Y los tres últimos lugares de la lista lo ocupan Tarek El Aissami, Claudio Fermín y Bernabé Gutiérrez.
Cuando se discriminan los resultados según la autodefinición política, Alarcón destacó el hecho de que entre los opositores que sí siguen liderazgo, el nivel de confianza en Juan Guaidó se eleva a 74,2 % (44,1 % que tienen mucha confianza y 30,1 % que tiene algo de confianza). “Esto explica por qué el llamado de Guaidó y el G4 tendría impacto sobre la participación electoral porque los mayores niveles de confianza del electorado opositor está concentrado en Guaidó y otros actores del G4”, detalló.
Unidad divino tesoro
Ante cualquiera de los escenarios, Alarcón resalta la importancia de preservar la unidad de la oposición. “No creo que el llamado a preservar la unidad es un chantaje, la unidad es un referente. Todos podemos tener críticas, pero es un referente; si quito el referente la gente se pierde. Por eso la unidad es fundamental”, señaló.
Tal afirmación también tiene su sustento en los números: cuando a aquellos que dicen estar seguros de ir a votar (53 % de la población) se les pregunta por cuáles candidatos votarían, en caso de que todos los factores políticos del país presentaran candidatos a las elecciones del 21 de noviembre, estos son los resultados:
30,4 % dice que no sabe; 28,5 % dice que por los candidatos del PSUV; 24,1 % dice que votaría por los candidatos de Guaidó y el G4; 14,1 % responde que por los candidatos de la mesa de diálogo y 2,8 % señala que no iría a votar.
“Podemos ver que si los que se etiquetan como oposición se unieran, tendrían 38,2 % de la votación total pero si no se unen el PSUV pasa a ser mayoría. Esto lo que indica es que la estrategia del PSUV es acertada porque busca dividir a la oposición para poder ganar la elección y los números hablan de manera clara”, sostuvo Alarcón.
Sin embargo, también advirtió que la preservación de la unidad, que a su juicio no es chantaje sino un asunto de ciencia política y efectividad, también obliga a que la oposición se revise: “Va a tener que reinventarse, revisar sus reglas de juego, cómo escoge sus líderes y va a tener que abrirse a la crítica de la sociedad para salir fortalecida. Lo que no tiene sentido es desaparecer una referencia para la oposición”, consideró.
Más autocratización a la vista
El CEPyG prevé cuatro escenarios posibles para el segundo semestre de 2021: continuación de la autocratización, militarización, transición tutelada y transición plena.
“El escenario de autocratización implica que se sigue profundizando la situación que tenemos hoy en día, con una profundización del poder del Gobierno. El escenario de militarización implica que ante un posible colapso del Gobierno, el sector militar tome el control del poder para evitar su salida intempestiva. El de transición tutelada implica una transición negociada con actores gubernamentales, principalmente con los militares, al estilo chileno o en todo caso al estilo de Sudáfrica. Y el escenario de transición plena es el ideal, el que todos querríamos con una elección, con nuevo gobierno y nuevo presidente”, explicó.
Acotó que el escenario ideal para el Gobierno es uno con presión internacional moderada, con una fuerza armada cohesionada con el Gobierno y una oposición tendente a dividirse ante el escenario electoral. Mientras que para la oposición el escenario ideal es aquel que implica una comunidad internacional haciendo más presión por la democratización, una oposición unida y un gobierno que tiende a dividirse.
“Lo que prevemos para el segundo semestre del año es que el escenario que va a mantenerse es el de alta autocratización con algunos intentos de la oposición de movilizar a la gente para aumentar los costos de represión (actualmente la intención de salir a protestar por razones políticas es de 40,5 %), pero como no hay una base organizada para sustentar una protesta, e incluso no hay buena estructura para movilizar electoralmente, vamos a regresar a la alta autocratización”, dijo.
La importancia de la observación internacional
Para Alarcón, es obvio que la Unión Europea quiere enviar una misión de observación electoral para estar presente en las regionales y en los procesos por venir: “Pero el problema es que con suerte tendríamos una misión de observación electoral en septiembre porque el mes de agosto se iría en tomar la decisión y armar la misión”.
Explicó que si la misión llega en septiembre, se habrá perdido la mitad del cronograma que ya incluyó auditorías y apertura del Registro Electoral, mientras las postulaciones —que son en 10 días— ya se habrían dado también: “Entonces lo que tendríamos no sería una misión de observación electoral sino una figura híbrida entre la observación electoral y lo que el Gobierno llama el acompañamiento porque los tiempos no dan para montar con anticipación una misión que cubra todo el país”.
Sobre lo que podría ocurrir de cara a la elección regional, Alarcón explicó que fueron diseñados cinco escenarios posibles, a los cuales denominaron “atrévete a soñar”, “la pesadilla”, “divide y vencerás”, “menos malo” y “tonto útil”. Veamos:
- Atrévete a soñar: se logra la observación internacional, la oposición unida participa y gana la mayoría de los cargos en disputa lo que le da un nuevo aire de legitimidad y aumenta de manera importante la probabilidad de que el Gobierno se vea obligado a negociar con la oposición. Podría suceder que el Gobierno se atrinchere ante el triunfo de la oposición como en 2015 y eso implique más presión internacional que la que tiene hoy en día: “Es el que todos quisiéramos pero el más difícil de concretar”.
- La pesadilla: se logra la observación internacional, la oposición unida participa y pierde el proceso y el Gobierno domina todos los espacios. Esto generaría una gran debacle dentro del G4 sobre todo si la observación internacional dice que las elecciones sean relativamente justas, lo que implicaría que la oposición ya no es mayoritaria. Esto generaría una lucha interna por el liderazgo de la oposición. La comunidad internacional podría decir que no fue justa, pero la oposición perdería capital político por haber participado sin condiciones y perdido, el Gobierno se atrinchera: “Sería el escenario más negativo para la oposición”.
- Divide y vencerás: se logra la observación internacional, la oposición dividida participa y pierde el proceso. La observación internacional produce un informe positivo lo cual generaría la debacle interna de la oposición y la lucha del todos contra todos para capitalizar el liderazgo; y otro, que la comunidad internacional produzca un informe negativo y el Gobierno se atrinchere generando más presión internacional y menos gobernabilidad.
- El menos malo: la comunidad internacional dice que no puede armar una misión de observación, la oposición unida decide no participar (aunque sí lo haga en espacios ganados como Chacao o Táchira), el Gobierno gana el proceso pero va a generar un rechazo internacional aumentando las presiones internacionales y la oposición sale con cierto nivel de oxigeno; esto podría llevar al Gobierno a una posible negociación.
- Tonto útil: sin observación internacional la oposición dividida decide participar y pierde con lo cual todos los que participen serán etiquetados como alacranes, lo que hace mucho daño a los que se lanzan por su cuenta, reconforta a los que no participan pero mete al país en un escenario conflictivo con más presión internacional, más presión por una negociación, con gran daño a actores de oposición que terminan participando en el proceso.
Ficha técnica de la encuesta
Encuesta nacional en hogares, en los centros poblados de más de 1000 habitantes, entre personas de más de 18 años. Se aplicaron 1200 entrevistas entre el 14 de junio y el 2 de julio de 2021 con un margen de error de +-2 %.
Con información de Cronica Uno